Si Kant fuera un ciclista de Nueva York
He encontrado un artículo con el cual me sentí
altamente identificado ya que soy ciclista urbano.
Si Kant fuera un ciclista de Nueva York
Opinión
Sábado, 11 de Agosto de 2012 13:40
AUTOR: Randy Cohen fue el primer escritor de la
columna de "Especialista en ética" de la revista
dominical del The New York Times y autor del libro
"Sé bueno: cómo navegar por la ética de
todo/manejarse éticamente en todo (momento)."
Yo soy el ciclista salta-reglas que condena la
gente. Me salto habitualmente semáforos en rojo, y
tú también. Hago caso omiso a la ley cuando voy en
bici; tú también lo haces cuando caminas, al menos
si eres como la mayoría de los neoyorquinos. Mi
comportamiento irrita a peatones, conductores e
incluso a algunos de mis compañeros ciclistas. Una
conducta similar ha supuesto a ciclistas multas y
clases de circulación en bici ordenadas por el
juez.
Pero aunque es ilegal, creo que es ético. No estoy
tan seguro acerca de tu despreocupada aproximación
al semáforo en rojo mientras envías mensajes,
escuchas tu iPod y bebes un sorbo de tu martini.
Más o menos.
Me salto un semáforo en rojo si y sólo si no hay
peatones en el paso de peatones y ningún vehículo
se encuentra en la intersección; es decir, si no
pongo en peligro a nadie ni a mí mismo. Por
decirlo de otro modo, trato a los semáforos en
rojo y a los stops como si fueran señales de ceda
el paso. Una preocupación fundamental de la ética
es el efecto de nuestras acciones sobre otros. Mis
acciones no perjudican a nadie. Este razonamiento
moral puede no convencer al policía que me está
multando, pero pasaría la prueba del imperativo
categórico de Kant: creo que todos los ciclistas
podrían y deberían circular como yo.
No soy anárquico; respeto la mayoría de las leyes
de tráfico. No circulo por las aceras (bueno,
excepto los últimos 10 metros entre el bordillo de
la hacer y la entrada de mi casa, y siempre con
precaución). No circulo a contra-dirección. De
hecho, incluso mi forma de saltarme los semáforos
es legal en algunas ciudades.
Paul Steely White, director ejecutivo de
Alternativas de Transporte, un grupo de defensa
jurídica al que pertenezco, señala que muchos
estados, Idaho por ejemplo, permite a los
ciclistas aminorar la marcha y saltarse los
semáforos después de ceder el paso a los peatones.
El Sr. White me envió un correo diciéndome que es
más importante estar en sintonía con los peatones
antes que con los semáforos, sobre todo porque los
peatones cruzan imprudentemente muy a menudo!.
Si mi costumbre de ir contra las normas es ética y
segura (y legal en Idaho), por qué molesta? Quizás
porque los humanos no somos buenos sopesando los
peligros a los que nos enfrentamos. Si lo
fuéramos, comprenderíamos que las bicicletas son
una amenaza pequeña; son los coches y camiones los
que nos amenazan. En el último trimestre de 2011
los ciclistas de Nueva York no mataron a ningún
peatón mientras que en el mismo periodo los
conductores mataron a 43 peatones e hirieron a
3.607.
Los coches nos hacen enorme daño y de forma lenta.
Las emisiones de los coches agravan problemas
respiratorios, dañan las fachadas de los
edificios, contribuyen al calentamiento global.
Para seguir alimentándonos de petróleo tomamos
decisiones políticas de dudosa ética a nivel
internacional. Los coches promueven la dispersión
urbana y desaniman a caminar, incrementando la
obesidad y otros problemas de salud. Y además está
el ruido. Mucho de este daño devastador es legal:
poco de él es ético, al menos en ciudades, como
Manhattan, donde hay alternativas reales al coche.
Pero, como hemos permitido al coche durante tanto
tiempo dominar la vida de la ciudad, damos por
sentados su presencia y sus perniciosos efectos.
La aparición de ciclistas urbanos es un fenómeno
reciente y estamos atentos a su
deriva/extravagancias.
Pero la mayor parte del resentimiento que generan
ciclistas salta-reglas como yo proviene, sospecho,
de una falsa analogía: concebir las bicicletas
como similares a los coches. Desde este punto de
vista, las bicicletas deben ser reguladas como los
coches y vilipendiadas cuando los ciclistas
incumplen dichas normas, como si astutamente nos
estuviésemos librando de algo. Pero las bicis no
son coches. Los coches circulan tres o cuatro
veces más rápido y pesan 200 veces más. Si
conduces peligrosamente, es probable que lesiones
a otros; si circulo en bici peligrosamente, es
probable que yo mismo me lesione. Me juego la
piel. Y la sangre. Y los huesos.
Tampoco los ciclistas somos peatones, por supuesto
(al menos mientras pedaleamos). Somos una tercera
cosa, un modo de transporte distinto, que requiere
diferentes prácticas y reglas diferentes. Esto se
entiende en Amsterdam y Copenhague, donde casi
todas las personas de todas las edades van en
bici. Estas ciudades tratan a las bicicletas como
bicicletas. Redes extensas de carriles bici
protegidos proporcionan la infraestructura para un
ciclismo seguro. Algunos semáforos están
programados a la velocidad de la bicicleta en
lugar de a la de los coches. Algunas leyes dictan
que en una colisión bicicleta-coche, el vehículo
más pesado y más mortal es culpable. Quizás sea el
caso de Nueva York cuando el sistema de bicis
públicas se ponga en marcha.
Las leyes funcionan mejor cuando la gente las
acata voluntariamente porque las considera
razonables. No hay suficientes policías para
obligar a todos a obedecer todas las leyes todo el
tiempo. Si las normas sobre la bici fuesen una
sabia respuesta a la realidad ciclista en lugar de
una torpe aplicación indebida de leyes pensadas
para vehículos motorizados, sospecho que el
cumplimiento de las normas se incrementaría,
incluso por mi parte.
Elijo mi estilo de conducción consciente de mi
propia seguridad y la de mis vecinos, pero también
en busca de la felicidad. El movimiento
ininterrumpido, desplazándome silenciosamente y
con rapidez, es un placer. Por eso pedaleo. Y es
por lo que Stephen G. Breyer dice que pedalea, a
veces para trabajar en la Corte Suprema: Las
ventajas?: ejercicio físico, ningún problema para
aparcar, el precio del petróleo, es divertido. El
coche es caro. Tienes que encontrar un lugar para
estacionar y no es divertido. Así que, ¿por qué no
ir en bici? Lo recomiendo." No sé si se salta los
semáforos en rojo. Espero que lo haga.
Randy Cohen fue el primer escritor de la columna
de "Especialista en ética" de la revista dominical
del The New York Times y autor del libro "Sé
bueno: cómo navegar por la ética de todo/manejarse
éticamente en todo (momento)."
Opinion de Si Kant fuera un ciclista de Nueva York
La única diferencia que tengo con el artículo es que yo sí ando por la vereda cuando la calle está bloqueada y la vereda lo permite. Prefiero desplazarme entre peatones que correr riesgo entre autos y quedar bloqueado detrás de un colectivo que al arrancar me tire todo el humo en la cara.
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Excelente artículo.
Yo también a veces me subo a la vereda para escapar un bloqueo en el tránsito, y lo hago con atención y control, sin poner en peligro la vida de nadie. No es tampoco tan complicado, bajar la velocidad, alejarse de las entradas de los domicilios, ceder el paso y/o frenar ante cualquier peatón.
Las leyes no están ahí para cubrir la falta de sentido común...
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Muy bueno amigo, Pedro. Te luciste con esta nota. Yo también pienso que no todas las leyes de tránsito son convenientes para la seguridad del ciclista. Fueron pensadas para vehículos a motor con mayor peso, potencia y velocidad que una bici.
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Interesante...Siempre sentido común y respeto por el prójimo van a ser valores que para mi, estan por arriba de la ley de tránsito...Se puede andar en auto, respetando la ley de tránsito y joderle la vida a la gente...
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a: sebastianq
Excelente comentario, muy bueno. Ese es el punto... hay gente que cumpliendo con todas las leyes de tránsito igual maneja mal y con mala intención. ¿Por qué será tan difícil para la mayoría de la gente que anda en la calle, con el transprote que sea o como peatón, tener en cuenta al otro?
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Muy buen artículo. Coincido plenamente. Lo que aquí sería tener en cuenta al otro como imperativo categórico, en las calles porteñas lo que se expresa es el "¡qué me importa!". Acá ni siquiera se entiende el sentido de las normas como están, ni las aceptan voluntariamente, ni se hacen ninguna pregunta de otro contenido más filósifico que el "me chupa un huevo". Potencialmente todos podemos aprender a ser responsables, tener en cuenta al otro, etc. Ahora, ¿qué hacer con los que de todos modos quieren seguir siendo la clase de basura que son y que tanto abundan por calles?
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La bici es fabulosa. Yo con la bici ando por todos lados, calle, verede, pasto, tierra, lo que sea. Me lleva de puerta a puerta sin escalas. No la cambio por nada.
Lo que más me preocupa es donde y como dejarla mientras estoy en los logures. Pienso que el problema de la inseguridad al estacionar la bici es el principal obstáculo que se presenta al decidir moverse en bici por la ciudad.
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