Laurent Fignon. (La Leyenda Continua) Parte 1 y 2 de 6.

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#426097Fecha: 16-11-2011

Laurent Fignon, genio y figura

Por Gerardo Fuster de Carulla.


En nuestros artículos de historia del ciclismo,
queremos rendir un homenaje al carismático Laurent
Fignon justo un año después de su fallecimiento.

Sabíamos de su enfermedad y sabíamos que de un
momento a otro podía llegar la noticia, la fatal
noticia como así fue. El francés falleció el
último día del mes de agosto de 2010.

Laurent Fignon nació en París, en el conocido
barrio de Montmartre, en el mes de agosto
precisamente de 1960. Su estrella brilló por años
con gran fulgor ante los miles y miles de
aficionados que siguieron muy de cerca su
trayectoria deportiva dándole a los pedales.

Así fue su vida...

Nacido en París...
Ignoramos el por qué uno suele ser reacio a
admitir que en las grandes capitales también han
sido cuna de futuros campeones. Los que estamos
introducidos en el mundo de la bicicleta tenemos
la rara sensación de que los ciclistas de
competición, los que irrumpen en este círculo del
pedal, provienen o son oriundos de una pequeña
población, de una localidad más o menos perdida,
en donde hay escasez de recursos y en donde
imperan las estrecheces económicas y demás. La
experiencia nos demuestra que las necesidades, en
más o en menos escala, se encuentran en todas
partes del globo terráqueo, sean en una capital o
bien en un pequeño pueblo ignorado de provincia.
Esto es así, aunque los pensamientos nos conducen
a imaginar otra cosa.

Siguiendo la pauta de otras veces, cuando uno
trata de hilvanar un reportaje sobre alguna figura
vinculada al deporte, no es nuestra intención
entrar al detalle acerca de todos los éxitos
vividos a lo largo de su carrera como ciclista.
Trataremos, como siempre solemos hacer, en
centrarnos de una manera un tanto sucinta
acercándonos al protagonista de turno, hilvanando
siquiera unas pinceladas que definieran más de
cerca su semblanza deportiva. De Laurent Fignon,
nuestro héroe del pasado, al que queremos traer a
estas páginas, comentaremos algunos aspectos en
torno a su personalidad un tanto emblemática,
acompañados de algunos datos de índole
estadístico.

Nunca fue diplomático en su hablar y en sus
afirmaciones. Y esto lo sabemos bien. Era, con
todo, reservado en sus manifestaciones. Le bastaba
con decir lo que creía sobre cualquier asunto que
se le planteara. Sincero consigo mismo y a la vez
tenía ciertos gestos que le enfrentaron en más de
una ocasión con los medios informativos, que,
dicho sea de paso, siempre le asediaron con
preguntas tendenciosas o más o menos inoportunas.
Algunos periodistas, no lo dudamos, buscaban el
sensacionalismo, la noticia impactante, cosa que a
Fignon, en más de una ocasión, le hizo perder la
calma. Algunas veces se le trató injustamente.
Creemos sinceramente que se debía, o era
consecuencia, de tal como le trataban sus
interlocutores, ávidos por obtener una nota que
tuviera resonancia, chispa, para la prensa leída.
En los años que llevamos dentro del periodismo
somos de los que sostenemos que hay que ser
delicado al preguntar. Ser comedido a lo largo del
diálogo. Hay preguntas que, por desgracia, pueden
herir a cualquiera. No hay que ser un lince en
esta materia. La discreción es una virtud muy
válida. En cambio, la impertinencia, no.

Fuente: www.amigosdelciclismo.com