travesía la valle de calamuchita

Crónica de una travesía al valle de Calamuchita
Este era un fin de semana especial. Como nuestros
cumpleaños se acercaban, con Patry y Cande
decidimos pasarlo en el Valle de Calamuchita y,
como el domingo 29 los chicos de Agrupación Tegua
de General Cabrera organizaban un cicloturismo a
la Cumbrecita, invitamos a Diego “Bati” López y a
Guillermo Guevara y nos prendimos en la
travesía.
El sábado, cerca del mediodía llegamos a Santa
Rosa, nos alojamos en las cabañas, armamos las
bicis y luego de comernos unos sabrosos chivitos
serranos en “el Fogón” nos dispusimos a pedalear
por la costanera del río. Patricia comenzaba a
rodar su flamante VENZO Hephaestus con frenos a
disco y “Bati” hacía lo propio con una imponente
Raleigh Mojave 8.0 recién comprada. Cande con la
Mussetta que antes usaba Patry , Guille con su
tradicional Mérida Matt 100 D y yo con mi Mérida
trail 500 D, a la que mi hija Cande apoda “La
Momia” por mi manía de llevarla siempre envuelta
para que no se raye y ahora dentro de un bolso
porta bici que obviamente recibe la denominación
de “sarcófago”. Luego de unas vueltas por la
costanera, Cande y Patry deciden volver a la
cabaña y nosotros tomamos el viejo camino en
ascenso a Villa General Belgrano. Equivocamos
algunas calles y el trayecto que debía ser de 8
km. se nos hizo de 14. Al atravesar un vado Diego
le da el bautismo de fuego a su flamante “bike” y
sale del agua con la rueda trasera pinchada.
Comenzamos a mirarnos pensando en que nadie había
traído parches ni cámara de repuesto pero Guille,
de vasta experiencia adquirida en la “revancha del
Pinto” sacó una cámara del bolso, reparamos y
continuamos camino. Llegamos a la Villa, donde la
cerveza, la masa vienesa y los chocolates alpinos
son una tentación para cualquier mortal y pensamos
en comernos algo para reponer energías. Mi
insistencia por lo avanzado de la tarde hizo que
regresáramos a Santa Rosa habiendo ingerido sólo
unas barritas de cereal con gatorade, antes que
las sombras de la noche nos atraparan en el
camino. El regreso fue rápido. Acertamos el camino
correcto y como era casi todo en bajada, en menos
de 20 minutos estuvimos en Santa Rosa. Allí nos
reencontramos con Patry y Cande que habían salido
a caminar, volvimos a Belgrano en la camioneta de
Diego y esta vez, sí, sin el temor a la oscuridad
de la noche, nos dispusimos a degustar Chess cake,
mouse de chocolate, torta de crema moka y roggel
acompañados de sendos cafés con leche.
De regreso, en Santa Rosa y luego de un baño
reparador, decidimos volver a comer comida alemana
y cerveza artesanal en Villa General Belgrano.
A la mañana siguiente, cuando el odómetro de mi
vida encendía una luz amarilla para decirme que
había llegado a 46, nos levantamos temprano,
desayunamos, cargamos las bicis y nos fuimos a Los
Reartes donde nos esperaban los chicos de “Tegua”
para comenzar el ascenso. Los preparativos fueron
maravillosos; nos recibió un grupo de casi treinta
ciclistas de todas las edades dispuestos a
emprender el desafío. El organizador: Pablo Moyano
(no confundirlo con el “homónimo” porque este
flaco, sí que es un buen tipo) y su Agrupación
Tegua; Don Omar, que con sus 77 años sigue
trepando montañas en su bici, los chicos de Río
Cuarto y el “Flaco” Marcelo Comba y su novia,
organizadores de las bicicleteadas solidarias a la
escuelita de Rodeo de los caballos, fueron de la
partida en esta nueva aventura. Ascendimos 27 km.
por caminos de ripio, ascensos y descensos
pronunciados, paradas en lugares soñados como
Villa Berna y otros parajes hasta llegar a La
Cumbrecita, al medio día.
Luego de almorzar unas pastas para mitigar el frío
de los 5 grados de temperatura que soportamos,
emprendimos el regreso de 36 km. por ruta con
bajadas en las que las ciclocomputadoras marcaban
68 km/h. y subidas pronunciadas de casi 3 km.
como las del Inti Yaco en las que los gemelos
pedían “por favor” que llegara una bajada para
reponerse. Patry y Cande nos hacían ”apoyo
logístico” desde el Focus y nos iban transmitiendo
como los chicos del “Social”, a pura “garra” se
iban metiendo en los cuartos de final del
campeonato de la liga. La Musetta de Cande había
quedado en la cabaña y la flamante “Venzo” hizo
todo el recorrido en el portabicis del auto.
A eso de las cinco de la tarde, llegamos de
regreso a Los Reartes, donde Pablo nos sorprendió
con una serie de sorteos. Nos despedimos de
nuestros nuevos amigos y regresamos a Santa Rosa,
nos dimos un baño reparador, “la Momia” volvió a
su “sarcófago”, cargamos todo y regresamos a casa.
Otro desafío había concluido, nuevos amigos se
sumaban a la lista, la pasión por el mountain bike
en familia continuaba creciendo en nuestros
corazones. La vida nos había dicho: sí, una vez
más y el grito que no se puede contener en la
garganta, no puede ser otro que aquel que Alterio
inmortalizó en su película Caballos Salvajes: “La
puta, que vale la pena estar vivo”

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#394464Fecha: 29-06-2011

Opinión de travesía la valle de calamuchita

1309611485

emagno
02-07-11 09:58

Muy lindo el relato.. Brindo por mas viajes!!

Salu2.

1310174498

edmiranda911
08-07-11 22:21

Fue muy lindo el haber compartido contigo esta travesía....un abrazo enorme!!!