Abra del Hinojo

13-11-2015

El día amaneció soleado, perfecto. El primer trayecto desde Puán a Pigüé fueron de unos 40 kms sencillos por ruta. Antes de encarar el camino al abra me arrimé a la oficina de turismo, donde Esteban me explicó todos los pormenores y me facilitó mapas que hicieron de mi orientación una labor muy sencilla.

Saliendo por la adoquinada calle principal llegué a un camino anchísimo, una especie de 9 de Julio en versión tierra, que me llevó directamente a las sierras. El camino se hizo más angosto, pasando entre dos cordones serranos. Al llegar a las contiguas tranqueras de las estancias "Las Grutas" y "El Monolito" hay que doblar para dar un largo rodeo alejándose de las sierras. Sería más lindo y más contemplativo con el turismo aventura, sea en 4x4, moto o bicicleta, que se pueda continuar por allí. Pero así es la Sierra de la Ventana (y gran parte del país), hasta el último cerro o arroyo se encuentra alambrado.

Después de doblar llegué al monolito a la primera conscripción, un oasis del libre acceso. Si bien la temática del monumento (y la de casi ninguno) no es lo que más me atrae, me resultó interesante especialmente por el lugar donde está emplazado y al que se puede subir a pie libremente teniendo una magnífica vista del entorno.

Luego del larguísimo y poco interesante rodeo, terminé al fin del otro lado de las estancias, llegando al Abra del Hinojo. Creo que es uno de los lugares más lindos de la provincia de Buenos Aires. Lamentablemente no pude sacar buenas fotos por cuestiones de luz, pero llegar allí al atardecer fue una experiencia increíble. Me quedé mucho tiempo contemplando el paisaje, tratando en vano de hacer buenas tomas con mi humilde cámara compacta mientras las sombras iban cayendo.

Como suele ocurrirme, no importa a la hora que salga, me engulló la noche en el lugar más complicado. No teniendo carpa (viajé con el mínimo peso) la cosa se complicaba y debía encontrar sí o sí la estancia donde pensaba parar. De pronto, sentí un ruido ensordecedor: eran dos mosquitos y una camioneta detrás. Les hice señas, pero se limitaron a hacer parpadear las luces y continuar. Es entendible que no quieran frenar en la noche frente a un desconocido. Tuve que seguir sin ver ninguna luz por ningún lado, sin saber si me había pasado hasta que de pura casualidad vi de refilón un cartel en un árbol, le apunté con la linterna y afortunadamente leí "Cerro Áspero". Como su homónimo cordobés, donde está Pueblo Escondido, dan alojamiento para turismo aventura.

14-11-2015

A la mañana antes de partir, recorrí un poco el lugar con los tres perros de la estancia que me acompañaron y me indicaron la senda. Parecían cabras de lo bien que trepaban, realmente me divertí mucho. Después partí rumbo a Tornquist a través de Dufaur.

Tenía ganas de unir el Abra del Hinojo con el circuito chico (se pasa cerca de las sierras) pero sabía que el camino está cortado unos kilómetros por tranqueras y como ya tuve problemas, transitando por un público camino rural, por haber perdido los documentos, preferí no meterme por caminos que los dueños de los campos contiguos consideran suyos (desconozco si realmente lo son). Así que hice un trayecto mucho menos pintoresco. Lo bueno es que conocí Dufaur que es un pueblito interesante y pude comprar provisiones. Además entre éste y Tornquist fui bendecido con el viento favor.