HUMEDAD, LLOVIZNA Y FRIO... Y ESA LOCURA PASIONAL POR PEDALEAR
Otra vez, la montaña… otra vez, la travesía…
otra vez, estábamos allí… Con los nuevos, con los
que nos reencontramos cada año, con los amigos,
con los compañeros ocasionales, con los amantes de
la bici y la aventura.
Este año, como desde hace 14 años, los amantes
del cicloturismo de Berrotarán y la Secretaría de
deportes de la Municipalidad, encabezada por el
“gallego” Norberto Testa, nos convocaba a todos
los que sentimos pasión por pedalear y disfrutar
de la naturaleza, a emprender un nuevo desafío,
una nueva aventura. Y allí fuimos, con Bati,
Juani, Diego, Oscar, el “team González” , con los
que ya formamos un verdadero equipo del sur-sur
cordobés. Este año la travesía no sería a Merlo
sino que llegaríamos hasta la pequeña comuna de
Lutti, un encantador terruño enclavado en las
sierras de Comechingones a 1700 metros de altura
desde donde se puede apreciar la majestuosidad del
paisaje desde el “techo” del sudoeste cordobés.
Todos los pronósticos indicaban que el fin de
semana tendríamos buen tiempo y un domingo
soleado… Todos los pronósticos se equivocaron…
La llovizna fue nuestra compañera de viaje
durante los setenta kilómetros de ascenso que
separan a Berrotarán de Lutti, el día sábado, y
en los setenta de regreso del domingo. Llovizna
que por momentos se transformaba en lluvia y por
momentos en niebla espesa, pero que lejos de
complicarnos, le agregaba a la travesía un
condimento especial… El barro que se acumulaba en
las bajadas, en las curvas, en los retomes nos
transportaba, a los casi 70 hombres y mujeres
participantes, a rememorar “las hazañas de otros
tiempos” (para continuar con la metáfora tanguera)
cuando éramos niños y practicábamos bicicrós en
alguna pista hecha a pala en el baldío del barrio
a la que le echábamos agua con un balde para
“hacer barro” y disfrutar aún más de la aventura.
El encanto visual que brindan por sí solas
las sierras cordobesas y la sensación que se
experimenta al transitar sus caminos y senderos
sobre una bici se vio exacerbado por el aditamento
de la lluvia, el barro, las caídas y el
espectáculo extra que protagonizaban las
camionetas de apoyo en las trepadas
proporcionándonos el disfrute de un “Dakar”
gratuito a los participantes de la travesía.
La llegada a La Cruz, fue un respiro para
nuestras agotadas piernas. Sólo faltaban
veintiocho kilómetros, por ruta hasta nuestro
destino final: Berrotarán. Dos horas después, el
almuerzo, los abrazos, despedidas, y la promesa de
volver el año próximo…
Como siempre, la organización fue perfecta. La
gente de Lutti nos recibió con sus brazos
abiertos, nos proporcionó un lugar para dormir en
la escuelita y no faltaron las empanadas,
pastelitos, el buen asado de cordero y la
cordialidad y buena onda de todos los
participantes.
Gracias a todos por compartir la humedad, la
llovizna, el frío y la locura pasional por
pedalear.