EL Chueco Gilí deja el ciclismo de ruta

Tras mucho meditar, la decisión está tomada. Algo en él aún lo emparenta con la pasión de aquel chico que hace 28 años comenzó a correr tratando de imitar a su hermano mayor, Sergio. Me duele en el alma, me retiro del ciclismo de ruta, dice Ignacio Ariel Gili. El Chueco abandona la bicicleta de ruta y con este anuncio también finaliza la campaña de uno de los grandes corredores que dio Mendoza. Me siento como nunca antes, pero después de la última Vuelta de Mendoza me di cuenta de que no se puede seguir compitiendo así. La decisión de abandonar el ciclismo profesional no fue apresurada, la venía masticando desde hacía un tiempo, sostiene.
En las últimas ediciones se ha permitido a los equipos grandes que sumen más corredores y que todos compitan con la misma camiseta, que las diferencias con los demás se hagan más notorias y que resulte casi imposible poder hacerles frente. Lo tradicional del ciclismo se va perdiendo explica sin restricciones.
Creo que se perdió el ciclismo tradicional. Antes al deporte lo llevabas a todas las casas. Era una tradición porque en todas los hogares había una bicicleta. Eso se fue perdiendo por el sólo hecho de que casi no existen las escuelas de ciclismo; mientras que por la parte profesional hay un desgaste de corredores, que no ven un futuro por delante.
Cuestión de familia
Nosotros empezamos cuando éramos chicos, acompañados por nuestra familia. Mi hermano se presentó a una carrera, corrió y eso llevó a que mis papis compraran otra bicicleta para que yo empezara, recuerda con nostalgia.
A los 15 días, Gabriel, mi hermano menor, nos quemó los documentos en el horno del patio de casa; él también quería correr con nosotros y sin documentos no podía nadie (sonríe). Mi papá nos llevaba a San Rafael en una rural 1500, el ciclismo se vivía en familia. Esa era la verdadera familia del ciclismo, hoy por ejemplo se forman los equipos y las familias quedan al margen, no están invitadas a participar.
Con Sergio tenemos la escuela de ciclismo, tratamos que las familias se involucren y acompañen a los corredores, porque ellos son la verdadera contención que necesita un deportista. Hoy, con la profesionalización, no sabés en qué manos están los ciclistas. Un sponsor grande como Guaymallén, que tiene 15 corredores todos los domingos, debería apostar también a los más chicos, a hacer una escuela para niños.
Trabajar en la base
Gabriel Cataldo está tratando de formar el equipo de la Municipalidad de San Carlos. Pero, ¿qué pueden hacer esos pibes si el mérito es decirle al intendente que en una etapa de la Vuelta uno de ellos entró décimo. Eso para el intendente no sirvió para nada. Formemos a los corredores para una carrera y después pensemos en una Vuelta de Mendoza, dice el Chueco.
Por mi escuela pasaron, entre otros, Catriel Soto, Joaquín Camisi (que en la actualidad compiten en Europa), yo me siento orgulloso de ellos porque además de ser buenos corredores son excelentes personas. Siento que en sus logros deportivos también me veo reflejado.
Yo no tuve muchos referentes cuando fui más chico, pero Ricardo Fresneda me enseñó a formar una escuela de ciclismo, a trabajar, y Rubén Pegorín, sobre la conducta del corredor.
Yo siempre fui un soñador, siempre me planteaba qué lindo sería y también asumí todos los costos, porque me costó mucho lograr lo que me proponía, no fui un corredor con una dote. Siempre fue mucho trabajo y esfuerzo, cuenta el subcampeón argentino de persecución por equipo y vuelta puntuable de 2009.
Ahora mis alumnos seguirán compitiendo y yo estaré con ellos para apoyarlos. Ellos ponen el corazón y sus piernas y yo la cabeza. Así, Catriel Soto ganó el Panamericano y es como si lo hubiera ganara yo, me siento un poquito de ellos. Tuve la suerte de correr con ellos y de compartir el mismo equipo en la Vuelta de Mendoza. Soto tiene el talento necesario para poder llegar a una Olimpíada, puntualizó el hombre que se hizo grande persiguiendo sus sueños.
El Chueco, es ese latiguillo que ronda por las orejas prendidas a la radio en las siestas de verano, el profesor, el bicampeón de la Vuelta de Mendoza y aquel chico al que su papá Julio llevaba a San Rafael en una rural 1500, para que empezara a correr. Ignacio Gili, así, a secas, siempre será todos ellos a la vez.
Fuente: Francisco Velasco - RADIO UNO ALVEAR