La Plata-Maipú-Mar del Plata-Tandil-Dolores-La Plata

Este viaje se realizó en a principios de diciembre del 2000, aunque el entrenamiento empezó mucho antes. Lo llevamos a cabo en bicicletas ruteras, sin apoyo de ningún vehículo, transportando sólo lo indispensable en un bolsito botinero en portaequipajes adaptados -ya que ninguna rutera lo admite-.

Etapa 1: Salimos de la puerta de Carrefour a las 4 y media de la mañana, para llegar a la ruta 2 ya con luz...pero siempre algo nos atrasa. En este caso Francisco (ya van a ir conociendo al resto del grupo) se quedó dormido, o sea, arrancamos 5 y media...
Ya cuando estábamos bajando el rulo del distribuidor de Echeverry, vimos que de movida la cosa venía bien: un constante viento norte nos empujaba con ganas, lo que nos permitía rodar cómodamente a 40 kms/h. Hicimos una rápida parada en Chascomús (Shell del km 115) a cargar agua y seguir. Mientras -cada tanto- o comíamos una fruta, o barra de cereal, etc. para ir reponiendo y almacenando glucógeno. La marcha seguía a un ritmo que nos asombraba, hasta nos dimos el lujo de embalar en el Km 100 y en la subida del puente que cruza las vías luego de Chascomús (ése de los atados gigantes de Marlboro). Otra rápida parada en Lezama y a las 10 y media estábamos cruzando el puente del canal 9, o sea llegando a Dolores. Justo estábamos evaluando con Sergio (corredor de ruta de toda la vida) seguir de largo, parar a almorzar unas pastas livianas en Maipú y llegar en el día a Mar del Plata...Suena loco, pero como se venía dando era -y es- factible. Pero, justo, otro imponderable: al pelado (el más veterano del grupo) se le engrana totalmente un pedal para colmo nuevo! ¿conseguiríamos un par de pedales con traba en Dolores??? o al menos reparar éste???
Entramos al pueblo, y luego de dar muchas vueltas preguntando, encontramos un par en una casa de deportes, que para el colmo de la buena suerte estaban regalados...Ya lo dábamos por deshauciado al pelado volviéndose el primer día en micro.
Entre que conseguimos y cambiamos el pedal, ya se nos hizo hora de almorzar, cosa que hicimos en un restaurante al lado de un hotel, que luego a la vuelta íbamos a utilizar. Despues de un descanso en el parque frente a la ruta, seguimos viaje a Maipú, llegando a eso de las 4 y media de la tarde. Una buena ducha, comprar frutas para el otro día, una picadita liviana, pasear un rato, cenar y a dormir. El viaje a Mar del Plata en el día quedó para otra vez.

Etapa 2: El día amaneció bastante feo, y ya antes de llegar a Las Armas, comenzó a llover. No mucho, pero lo suficiente como para joder. a la hora no llovía más. El tramo era corto, teníamos que llegar a la rotonda de entrada a Mar del Plata a las 2 de la tarde. Explico porqué: Uno de los integrantes, Carlos o El negro tenía un congreso de cirugía plástica allá, y había prometido llegar en bici. Por supuesto, pensaban que estaba loco, pero nos esperaba una comitiva de recepción del comité ejecutivo del congreso en la rotonda -periodismo incluido!- nos estaba sobrando tiempo, así que estábamos por paramos a almorzar pasando Vivoratá, cuando nos tocan bocina de un Ford Mondeo. Era el jefe del servicio del quemado del Garrahan, colega de Carlos. Almorzamos tranquilos y llegamos con tiempo. Nos sacamos fotos en la rotonda que luego saldrían en el diario marplatense El Atlántico . Ahora empezaron los problemas: Se estaban llevando a cabo los torneos bonaerenses y no había una piojosa plaza en ningún hotel sin tener reservas!!
Claro, el negro las tenía, salvo que le costó explicarselo al portero de Costa Galana que era así... La verdad que ver llegar en bici a uno de los principales expositores del congreso, no es algo fácil de entender...
Al final, el resto del grupo conseguimos alojamiento en un hotel en La Perla que había conocido tiempos mejores...pero bueno es lo que había. Lo primero que hice fué ponerme la malla y meterme en el mar. Era una promesa, mi primer viaje y al otro día venía lo más difícil: Las sierras.

Etapa 3: El tiempo cambió, amaneció soleado y el viento soplaba del Este, otra vez nos daba una mano. Yo a esta altura me daba por hecho, siendo mi primer viaje, ya estaba en Mar del Plata. Pero me sentía inseguro, nunca había andado en las sierras, y para colmo, Cacho, otro integrante del grupo que no viajó con nosotros, me dijo: tené ciudado con la cuesta del quebracho!!!, ahí llegué con el último suspiro.. bueno, si alguien experimentado me decía eso, no me faltaban razones para tener incertidumbre. enfilamos por la avenida Luro, rumbo a la ruta y hacia Sierra de los Padres. Ni bien tomamos la ruta, veníamos adelante con Raúl (muy conocido en todas las carreras de zona sur, Lomas de Zamora, Lanús, Quilmes y La Plata, porque vende ropa, repuestos etc.) cuando pasan dos veteranos en unas bicis de primera -una Giant y una Pinarello- las dos con grupos Campagnolo Reckord, pilchas relucientes y nos dicen socarronamente: ¿adónde es el Pic-nic?. Raúl -que tiene menos pulgas que perro de plástico- le contestó, vení que te llevo!! y arranco a diez mil... justo alcancé a agarrar rueda. Tirábamos unos 200- 300 mts cada uno, y se venían las primeras subidas. En la primera explotó el de la Pinarello, y en la segunda, justo cuando lo alcanzaba Sergio, reventó el de la Giant, el que nos había cargado...
Esperamos al resto del grupo que estaba algo más atrás, y no vimos más a los veteranos. Empezamos a rodar tranquilos, yo más seguro viendo que podía con el terreno, cuando en una bajada Francisco me agarra del asiento y me impulsa -maniobra que hace con una cancha exquisita- y ahí empezó el despelote, por las dudas me puse a rueda de Sergio, que es como ir atrás de un micro y seguirlo hasta donde podía. Había tramos, como por ejemplo llegando a Balcarce que en unas largas bajadas rodábamos arriba de 50 km/h. Nos escapamos bastante. Así que paramos en la rotonda de entrada de Balcarce a reponer agua y esperar al resto. De ahí fuimos tranquilos hasta el parador del ACA en Napolefú, donde paramos a comer algo y descansar un rato, pero después de cada parada me costaba media hora volver a acomodarme arriba de la bici.
Otra vez se hace la escapada y otra vez a rueda de Sergio. Empiezan las subidas bravas -esas que me advirtió Cacho- pero no resultaron tan jodidas., ya que las encarábamos en velocidad -con el plato grande- cambiando en el medio y llegando parado en los pedales a la cima a unos 20 km/h. Después poner todo el rollo y bajar a más de 70!!. Ahi Sergio se me escapa llegando a sacarme un Km, y teniéndolo siempre a la vista, no había forma de arrimar. El resto del pelotón, lejos. O eso creía. En la última quebrada, ya cerca del peaje de Tandil, me pasa en la bajada un camión y atrás del camión venía Raúl!!!, por suerte el camión lo larga en el Peaje y llego a alcanzarlo. Llegamos a Tandil y nos sentamos a esperar al resto, que nos vió y enfilo derecho para la ciudad. Con paradas y todo tardamos unas 7 horas y pico.
Ya en el hotel, mientras Piky (otro veterano y tal vez el de más aguante) preparaba el mate, me crucé a comprar facturas y averiguar dónde había una buena parrilla. Ahí nos indicaron que en esa misma calle, a unas cinco cuadras, se inauguraba una con tenedor libre. A eso de las 9, estábamos firmes en la puerta como primeros clientes. Muy lindo lugar, con una mesa de ensaladas muy bien surtidas, había carnes de pollo, ternera, lechón, cordero, achuras, etc.
Arrancamos con las ensaladas, Piky se armó una con todo lo que había, llendo una ensaladera que era para cuatro para el solo. Pensé que se había hecho vegetariano y sólo comería ensalada... Yo comí una proción de vacío, ensalada y compartí una tira de asado con el pelado.
Con él nos fuimos temprano a tomar helado mientras el resto mandaba a la quiebra el flamante restaurante...se comieron todo... En especial Raúl y Piky no le hicieron asco a nada y hasta repitieron platos (creo que comieron lechón dos veces..!).

Etapa 4: Como todos los días, nos levantábamos a eso de las 5, desayunábamos, preparábamos todo (meter las cosas en el bolsito ese era todo un tema), revisamos la bici mientras bajaba un poco el desayuno. Salimos de Tandil con otro día despejado, poco viento, rumbeando para Ayacucho y Las Armas, para luego agarrar la Ruta 2 hasta Dolores. El primer tramo, todo en bajada, muy lindo, la ruta en buenas condiciones y sin tránsito alguno. Pero tampoco nada para parar hasta la entrada de Ayacucho, o sea que ibamos con las 3 caramañolas a full y fruta para aguantar un buen rato. Viaje tranquilo, se venía hasta conversando, y paramos nomás a la entrada de Ayacucho, cargamos agua, tomamos jugos de fruta, comimos algo y seguimos hasta Las Armas. Cruzamos las vías, la Ruta 2 y entramos en el parador a almorzar. Comimos mal y caro. Después de un rato de descansar, salimos para Dolores. En el interín el viento -del norte- se había puesto más firme. Esta vez nos jugaba en contra. Pero ahí salieron a relucir Piky y el Pelado, tirando a 30 viento en contra (cabe aclarar que el pelado no tira, él cincha viento en contra) Intentamos otra escapada con Sergio, él se escapó, pero a mi, faltanto 20 kms me agarraron...
Llegamos al Hotel, aquél en el que habíamos almorzado el primer día. No había nadie en la recepción...nadie en ninguna parte y estaba abierto... Dale, Piky, andá y fijate que pasa, le decíamos sentados en la vereda, para esto Piky era la quinta vez que entraba, golpeaba las manos y salía...no había nadie... Dale!! buscá al dueño!! nadie movía un dedo, hasta que el pobre se calentó -y eso que es más bueno que Lassie- y nos mandó al carajo... Al rato apareció la dueña y nos dió entrada...
A la hora de la cena, como siempre, Piky y Raúl comieron lo suyo y lo que dejábamos el resto del grupo... la consigna era almacenar energías y sobre todo, no desperdiciar comida...

Etapa 5: Sin dudas la más brava de todas, desde temprano el viento soplaba fuerte y nos daba de lleno en la cara. Ahí funcionó bien el grupo, tirando un Km cada uno, tratando de mantener un buen ritmo, pero se nos hacía cuesta arriba, teniendo que parar más seguido y llevando a cuestas ya unos 800 kms. La última parada fué en Samborombón, frente al ACA, un parador antiguo, pintado color teja, y con una bomba de agua a manija en la puerta. Les aconsejo a todos que lo visiten, se come muy bien, es muy lindo el lugar, muy diferente de los paradores nuevos que están hechos para estar 10 minutos, atenderte mal, cobrate peor y rajarte para que le dejes el lugar a otro. Además el agua que sale de la bomba es helada y con gusto a agua de verdad...
Sergio, con la excusa que extrañaba a la famila, siguió de largo y llegó como dos horas antes que el resto. El viaje siguió igual, con el viento en contra, a la altura del km 80 más o menos, una rural Volvo con dos bicis de triatlón en el techo, se apiadó de nosotros y nos tapó el viento un buen trecho, les estamos siempre agradecidos por el gesto.
Al fin llegamos. Mi ciclocomputadora marcaba 998 kms recorridos, una máxima de 81 km/h (que no reseteé por diez días, mostrándosela a todo el mundo), una media de 28,9 km/h y error en el total de horas (debe tener un máximo evidentemente). No hubo ningún incidente, ni caída, sólo la rotura del pedal del Pelado, pero como broche de oro, el mismo Pelado registró la única pinchadura en la entrada de mi casa!!!

Final: Un viaje que volvería a repetir. Sin dudas. Solo hay que entrenar bien, tener un grupo humano cohesionado, bicicletas de ruta en buen estado, un portaequipajes y viajar con poco para llevar: una campera y pantalón de Nylon, un par de remeras, pantalón corto, o malla, alpargatas o zapatillas que ocupen poco, ropa interior, herramientas, tres cámaras y equipo para reparar, entre todos llevamos un par de clincher sin alambre -que no se usaron- botiquín, que por suerte tampoco se usó, pantalla solar, al menos un celular y cámara de fotos. Proximamente subimos las fotos, el viaje del Atlántico al Pacífico (Trelew a Puerto Montt) y La Plata-Mar del Plata en un Día. Saludos a todos y gracias por poder compartir las experiencias..