Amukan BTT: Travesía a Pueblo Escondido

Veníamos planeando éste viaje desde hace algunos meses, y para mí tenía un gustito especial, porque deseaba hacerla desde hace 20 años, cuando vi una nota acerca de ella en la Biciclub. Hicimos base en Carpintería, San Luis, y de ahí subimos a El Filo, donde arrancamos pedaleando para Pueblo Escondido el sábado. Varios lugareños nos advirtieron que durante el verano había llovido MUCHO, y que eso había acarreado la degradación de los caminos y que la geografía de las sierras cambiara mucho.

Aún así, disfrutamos de lo lindo del sinuoso camino vehicular hasta iniciar la bajada hacia el Cerro Aspero. De ahí en más, el constante paso de motos, vehículos 4x4 y cuatriciclos destruyó el camino, poniéndole un condimento extra a la bajada a Pueblo. El último tramo, un caracol desde el mirador de la foto de portada de éste post hasta Pueblo Escondido mismo, es especialmente exigente, porque las piedras sueltas alcanzan fácilmente el tamaño de un una olla de cocina, y a veces más. Por suerte, las bicis (y los ciclistas) aguantaron bien el maltrato y llegamos sanos y salvos a eso de las 11:30.

Almuerzo con pan de campo, queso y chorizos secos comprados el día anterior en Carpintería, un breve descanso, e iniciamos el ascenso de uos 500m a la legendaria mina de tungsteno, llevando las bicis a la rastra porque ahí sí que el tránsito constante de motos y cuatris y las copiosas lluvias habían hecho un desastre...

Entrar a la mina es una experiencia muy interesante, ver los tiros de ventilación que se abren al cielo 40 metros más arriba, o comprobar que los apuntalamientos de madera aún sostienen los techos, nos hacen imaginar la magnitud del trabajo que los mineros invirtieron para hacer de esos pasadizos lugares seguros...

Luego vino el descenso al Pueblo, bastante entrecortado para la mayoría de los 7 integrantes del grupo, debido a lo irregular del caracol, pero terriblemente adrenalínico.

A la noche cena de fideos con tuco, charlas amenas con los demás huéspedes del refugio, alguna manito de truco, una excursión nocturna a la Mina Inferior, y a dormir para preparar el segundo desafío, que era bajar a Carpintería desde El Filo por un track de GPS que la gente de DAM nos había pasado.

Comenzamos el segundo día subiendo por la senda que lleva al Puesto del Tono, que como comprobaríamos es infinitamente más pedaleable que el camino de bajada que elegimos el primer día. Llegamos al Filo a las 13 corridos por la tormenta, maravillándonos de cómo las cumbres serranas hacen danzar las nubes al compás de los vientos que chocan con ellas. Comenzamos a seguir el track de bajada, por una huella de 4x4 que nos llevaba al sur, paralela a la costa de la sierra.

A las 15 comenzamos a bajar por valles altos, a unos 1800MSNM. Varias veces vimos que lo que el track nos señalaba como un paso simple, había dejado de serlo, debido a la erosión hídrica. Quizás deberíamos haber tomado esto como una advertencia y pegar la vuelta, pero en ese momento, aún pensábamos que el descenso nos insumiría unas 3 horas.

Llegando a los 1600MSNM, con unos 600 metros de desnivel que perder para llegar a la altura de Carpintería, ingresamos al monte, donde los molles y espinillos dominan. El avance se tornó cada vez más trabajoso, hasta el punto en que decidimos dejar las bicis y adelantarnos un poco para explorar y abrir camino. Nuevamente, las intensas lluvias del verano habían transformado la sierra, haciendo desaparecer partes enteras por deslaves, y favoreciendo que la vegetación crezca. Cada metro avanzado nos costaba mucho esfuerzo y tiempo, y el día se iba acortando...

Se nos vino la noche encima, calzamos las linternas en los cascos, y a eso de las 19.30 comimos lo último sólido que teníamos. A las 21.15 tomamos los últimos sorbos de agua que nos quedaban, y nos senatamos a evaluar la situación. Vivaquear en el monte se volvió una opción viable, pero decidimos apegarnos al track: si alguien había salido del monte siguiéndolo, nosotros podríamos también.

Subimos trabajosamente un morro de unos 70 metros desde su base, haciendo caracoles, y comenzamos a bajar por el medio de un tremendo bosque de espinillos, siempre siguiendo el track. Por suerte, la moral del grupo era alta, y entre todos nos animábamos, bromeando acerca de que los de DAM le habían entendido a Carlos que queríamos andar "enburro" en lugar de hacer "enduro", o que le habían pasado un track de parapente...

A eso de las 22.30, encontramos una senda de vacas que coincidía con el track, pero que estaba demasiado rota como para ser pedaleable en la noche y con el cansancio que teníamos, así que continuamos caminando cuesta abajo. A las 23.30, la senda se volvió lo suficientemente ancha como para pedalear, así que pusimos las linternas en alta y subimos a las bicis. Veníamos bajando tranquilos cuando un siseo constante a unos 20 metros del sendero nos sorprendió, y de golpe escuchamos a Jona gritar "AGUA, AGUA, AGUA!" desde atrás. Volvimos sobre nuestros pasos, y resulta que había un surgente!!! Jona levantó una piedra, y un chorro de 3 metros de agua saltó hacia el cielo. Llenamos los Camelbaks, brindamos, recuperamos la sonrisa, y acometimos el último tramo de descenso por pista ancha hasta salir a una calle en Los Molles, 3km al sur de Carpintería.

Al salir a la Ruta 1 nuestros gritos de euforia deben haber despertado a más de un vecino. Pedimos diculpas, pero no nos podíamos contener...