En el día de hoy volví a mi casa caminando gracias a algún peruano hijo de puta que en pleno San Cristóbal (Av. Independencia y Entre Ríos) y a las 16 hs. me afanó mi querida y humilde bici. Solamente era de aluminio, industria nacional, ni Haro ni un carajo: me dejaron solita la rueda delantera, y tiradas en el piso las pobres tuerquitas y una arandelita con las que me haré un relicario. La rueda la guardo para cuando encuentre a ese peruano para metérsela enterita en el culo. Y sin vaselina.