Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

lucash
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Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

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El siguiente relato es un resumen de un tramo de mi viaje Buenos Aires-La quiaca en bicicleta. Quería compartirlo para cualquiera que quisiera realizar este camino. Yo lo hice a fines de Febrero de este año con un buen clima, aunque la ruta estaba cortada para vehículos comunes. Los arroyos se convierten en ríos por la época de deshielo y solo queda vadearlos.


El Aconcagua de los ciclistas, el cruce del abra del Acay

Siempre, todo parece imposible, hasta que se hace

El “nido del viento blanco” o el “Aconcagua de los ciclistas” son algunos de los sobrenombres más conocidos que refieren al punto de mayor altura sobre la ruta 40. El abra del acay es el cruce de montaña que conecta los valles calchaquíes con la puna y es largamente conocido por ser una de las rutas más altas de América (algunas dicen la más alta). El nevado del acay, que da nombre al cruce, es un macizo que sobresale en las cadenas montañosas de la zona cuya cima (de 5700 metros aproximadamente) está rodeada de nieve durante todo el año. Es aquí donde nace el rio calchaquí y donde comienzan oficialmente los valles que llevan este nombre.

Hace ya muchos años que este camino se ha vuelto muy popular entre los cicloturistas a lo largo de todo el mundo. Es un desafío físico colosal y la vez mental por varios motivos. La altura a superar, que no tiene similitud para entrenar en ningún otro lugar, es agobiante durante gran parte del trayecto. En la cima del camino el cartel reza 4895 metros sobre el nivel del mar, aunque mi GPS marcó 4962 (y muchos dicen que supera los 5000 metros). Para comparar de alguna manera, en esta ruta se pedalea aún más alto que la montaña más alta de Europa (Mont Blanc) y se llega a la altura aproximada del campamento base del Everest. A 4900 metros de altitud la cantidad de oxígeno baja a la mitad que hay al nivel de mar.

Cruzar el abra del acay había sido mi sueño aun antes de haber hecho ni siquiera mi primer viaje en bicicleta. Había leído muchas experiencias en internet y todas me habían impactado de sobremanera, por la altura, por lo desolado del lugar y por muchas cosas más. Nadie que lo había hecho volvía decepcionado, todos lo retrataban como una experiencia inolvidable.

Y aquí estaba yo al fin, casi 50 días después de salir de Buenos Aires y con las marcas del sol bien impresas en mi piel como si hubiese pasado largas jornadas trabajando en el campo, el abra del acay en frente mío. Sabía muy bien que el trayecto desde Cafayate había dejado secuelas en mis piernas y que lo que venía en frente era mucho más duro que todo lo que ya había recorrido, aún así una inyección de adrenalina me acompañó el día que salí de Cachi, como si fuera el primer día de pedaleo.


-Primer tramo: Cachi-La poma

Para cruzar el abra del acay si o si hay que pasar por el pueblo de la poma, a 55 kilómetros de cachi y 700 metros verticales a superar. Los primeros 10 kilómetros son del primer asfalto que pude disfrutar desde hacía unos 200 kilómetros aproximadamente. Aunque feliz de no tener que luchar con la piedra y la tierra, sabía que esto iba a ser lo suficientemente efímero como para que llegara a acostumbrarme: pasando el pequeño y pintoresco pueblo de Payogasta uno puede doblar a la derecha hacia la famosa recta de tintín y la cuesta del obispo (camino a salta) o dirigirse a la izquierda por donde continua la 40 hacia san Antonio de los Cobres. Mi giro a la izquierda concluyó el pequeño tramo de asfalto y me enfrento con una larga planicie que anticipaba una larga subida. Si bien el camino viene subiendo desde Cafayate, ahora se siente distinto, en mi mente se hace presente la idea de que los próximos 100 kilómetros me van a tomar al menos 4 días de largo esfuerzo.

Y aun así el esfuerzo deja de sentirse por momentos al notar el placer que se siente estar tan lejos de casa, en un lugar tan extraordinario y al mismo tiempo tan desolado. El ripio comienza a sonar debajo de mis ruedas y cada tanto alguna llama asoma en el camino. Por suerte el sol me acompañaría los próximos días y la temporada de lluvia me daría un alivio importante, es difícil transitar el ripio cuando se acumula el agua. Pero en este día nada de eso se hace presente.

Pasando Payogasta el camino continúa con varias curvas alternando subidas con pequeñas bajadas, cada tanto pasa alguna camioneta o un tractor que me saludan como a un extraterrestre; sus ojos se clavan sumamente extrañados en mí. Estoy acostumbrado a que me miren de forma extraña, pero por primera vez en todo el viaje me siento como un completo foráneo, casi un intruso. Miro mi remera color fluorescente y me sitúo por encima de mí, como si fuese un fantasma, para observar la extraña imagen que en este momento represento. Un porteño vestido de colores, en una bicicleta por una ruta completamente despoblada y a gran altura. Es, en definitiva, una imagen peculiar de cual soy consciente por vez primera. Voy tomando distancia de ese pensamiento y trato de mimetizarme con el cuadro, aunque me sigo sintiendo lejos del marco.

Después de una larga subida que me obliga a parar a descansar, una recta de falso llano me anticipa la entrada a un poblado llamado Palermo. Al estar tan desviado de la ruta no me atreví a desviarme del camino pero quede bastante sorprendido con el verde de esta zona. Hay cultivos, hay animales y también personas. Hay también, y lamentablemente, algo de basura al costado del camino, no hay sitio donde haya pedaleado que se abstenga de los desechos humanos.

Después de Palermo el camino vuelve a serpentear a la derecha del río calchaquí, la ruta se acerca cada vez mas al camino montañoso. A los 2900 metros de altura aproximadamente me encuentro con los llamados volcanes gemelos de 100 mil años de antigüedad, según me contaron llevan unos 11 mil años sin hacer erupción. Aun así el espectáculo mas grande es el llamado campo negro, alrededor del camino se pueden ver miles de escorias basálticas de fuerte color negro resabios de erupciones pasadas.



En este lugar descanse un rato largo, me faltaban solo 5 kilómetros para llegar a La poma y no tenia apuro alguno. El físico me estaba tratando bien por ahora y los días de descanso previos en Cachi me habían sido de gran valor. Trate de visitar el puente del diablo, un puente natural que había sido refugio de pueblos originarios en otras épocas, pero un gran cartel me decía que el lugar estaba cerrado de Enero a Abril por el deshielo.

Los volcanes gemelos y el puente del diablo son la puerta de entrada al pueblo de la Poma, el cual está oculto atrás de un cerro. Viniendo desde el sur no se puede ver el pueblo hasta que llegas y cruzas el morro.

La Poma

La Poma es un pueblo distinto desde todo punto de vista. No me había sentido de esta manera en ningún momento de mi viaje, tan lejos y tan alto, tan único. Realmente los dos días que pase en este pueblo fueron algo distinto para mí, no por la gente o porque haya pasado algo realmente extraordinario, fue el aire. Cuando me baje de mi bici y me alojé en una de las dos posadas que hay en el pueblo, salí a dar una vuelta caminando. No es difícil darle la vuelta entera al poblado en poco tiempo, pero la vista con los rayos de la tarde es singularmente apabullante.

La cadena de montañas que se elevan hasta 5000 metros sobre el nivel del mar al este del pueblo (montañas sin nombre según me dijo el posadero) no tienen descripción alguna con palabra escrita o hablada. En el mes de febrero y con el habitual frío que hace a estas alturas las veo sin nieve en este momento, elevaciones verdes e imponentes que bien podrían ser un cuadro de arte colgado en los mejores museos Europeos



Quedé tan impresionado por la imagen que se me ofrecía que olvide por un momento el viaje, los esfuerzos y mi ego. Estaba simplemente aplastado por la coyuntura, cansado y a la vez feliz. Me gustaría poder contar con el vocabulario para explicar todas las cosas que pasaron por mi cabeza en esa caminata, pero temo que si las expreso no se haga justicia al momento vivido.

En la plaza principal, donde están la policía, el hospital y la iglesia, los chicos juegan y cada tanto pasa alguien caminando que me mira de forma extrañada. Estoy sentado en un banco como si estuviese en parque Saavedra, cerca de mi casa, pero todo es tan distinto y similar a la vez que me confunde. La experiencia de lo extraño convierte la situación en algo tan surreal para mí que me situó en el lugar del extranjero, admirando lo que absorben mis sentidos. Entiendo que no pertenezco a este lugar y aun así me maravillo ante lo nuevo y fascinante, los otros.

Y los otros están ahí, viven y trabajan en un lugar tan alejado y hermoso. Cultivan no solo lo que consumen, sino también sus raíces. Cuando en 1930 un terremoto destruyó el pueblo ellos se negaron a irse y reconstruyeron sus casas a 1 kilómetro de distancia. Hoy en día la gente trata de volver adonde aun hoy están las ruinas del viejo pueblo de la Poma. Caminar por el viejo pueblo es extraño, el rio calchaquí corre a un costado y el ruido del agua recuerda a que no todo está roto. Un perro corre por el camino y me encuentro con una plaza reconstruida donde una bandera flamea y recuerda que en algún momento ese fue el centro de La Poma

Por la tarde el día antes de irme pase por la almacén a buscar provisiones sabiendo que iba a pasar por lo menos una noche en la montaña. Galletitas, papel higiénico, Agua, otra pequeña bolsa de arroz y algunas latas de atún (curiosamente envasado en Ecuador) y me quede charlando con el almacenero hincha de San Lorenzo. Aquella noche dormí con expectativa y con gran adrenalina.

Vadeando ríos

Saliendo de la poma, rodeando el viejo pueblo, el camino retoma la ruta 40 hacia el norte. Es temprano y el frío se siente, pero el cielo está despejado y por suerte los pronósticos favorables se estaban cumpliendo. Salgo con la incertidumbre sobre si mi cuerpo se está adaptando correctamente a la altura. ¿Serían suficientes dos noches a 3000 metros de altura para poder rendir bien físicamente? por el momento me siento bien y aparentemente el descanso en La Poma me sirvió mucho para recuperar algo de energía y animo. Y entonces comienzan las primeras grandes subidas del día.

Si las sierras de Córdoba hubiesen sido una introducción a las subidas en bicicleta, y el infiernillo en Tucumán una licenciatura, definitivamente el abra del acay era similar a un doctorado. Si bien el camino no está en tan mal estado para transitar en bicicleta (al menos no tan malo como el trayecto cafayate-cachi), la pendiente de la subida, a veces un tanto brusca, complica el andar.

Voy lento, muy lento para lo que estoy acostumbrado y me empiezo a preguntar por mi estado físico. Trato de pensar que es solo algo mental, me fuerzo a pensarlo y sigo pedaleando y el tiempo sigue pasando. Fue entonces que me di cuenta de que la altura finalmente me estaba afectando. La respiración se hacía cada vez más difícil y tenía que parar e inhalar bien profundo.

Me rio de mi mismo y me obligo a seguir, ahora consciente de que el acay no me va a permitir cruzar con tanta facilidad, será un desafío digno de lo que esperaba y acorde a todo lo que había escuchado.

Voy cruzando los últimos poblados que llevan nombre. En el trigal unos perros me persiguen y me ladran mientras unas ovejas corren de un lado a otro y una mujer me mira de lejos sin decir nada. Cerca de un refugio llamado saladillo veo el último poblado antes de que el camino se interne definitivamente en las curvas y contracurvas de la montaña. Lo que antes era un valle ahora se convierte en un angosto sendero de subidas, el rio calchaquí casi se pega al camino mientras las subidas comienzan a ser más pronunciadas. Los descansos comienzan a ser más frecuentes y el GPS me marca que ya estoy a 3500 metros de altura.

Pasa una camioneta blanca y la veo irse adelante para volver a verla regresar 10 minutos más tarde. Charla mediante, porteños de parque chas me dicen que encontraron un río por el cual no querían arriesgarse a cruzar. Ante la sorpresa de ellos yo me alegro de escuchar esto, finalmente me estoy acercando al momento de vadear y cruzar por el agua, algo que ya sabía que iba a pasar. Al cruzar el primer arroyo no volvería a ver ningún vehículo por las próximas 24 horas al menos. Fueron al menos 10 veces las que tuve que vadear parte del río calchaquí con el agua casi hasta la cintura, ningún auto podía verdaderamente pasar por allí y tenían razón los que en la Poma me habían dicho que el camino estaba cortado. Ahora si tenía por delante la ruta para mí solo.
Por momentos el camino se confunde con el río mismo, son muchas las veces que me tengo que bajar y caminar, evitar las zonas donde el agua pudiese arrastrarme. Encontré muy útiles los consejos que me dieron en la Poma sobre la forma de vadear correctamente un paso de agua, avanzando en forma diagonal para donde tira la fuerza del agua, nunca luchando contra la corriente (¡gracias almacenero!). Comienza a bajar la tarde y estando mojado de cintura hacia abajo comienzo a sentir un frío intenso. Mientras más subo la temperatura comienza a bajar y empiezo a dudar que en este lugar se pueda estar alguna vez sin abrigo.
A eso de las 4 de la tarde llegue a lo que parecían unas ruinas (las cuales estoy bastante seguro de que alguien aun las usa para algo), el lugar más apropiado que había visto para armar mi carpa y pasar la noche, con un arroyo para reponer agua a solo unos metros. A pesar de que tenía decidido parar cerca de los 4000 metros de altura (cerca de la famosa casa de Flavia), no quería forzar la máquina. Hoy solo había hecho 27 kilómetros, pero habían sido mas duros que cualquier distancia que había realizado en el llano. Por las subidas, por el frío y el agua. Aun así sabia que el el mayor esfuerzo sería para el día siguiente.

Durmiendo a 3800 metros

Arme mi carpa y rápidamente me puse a cocinar para recuperar la energía que había consumido durante el día. El arroz con atún era realmente un manjar de dioses y lo engullí con muchas ganas como si fuese un choripan de costanera. El agua del río estaba fresca y para nada sucia, aunque tenía mis temores sobre el efecto que pudiese tener en mi organismo. Las pequeñas nubes que rozaban los picos de las montañas circundantes se iban rompiendo poco a poco mientras ponía en orden mis alforjas.
Cuando bajo el sol comenzaron a aparecer una cantidad increíble de estrellas, tan lejos de la más cercana de las luces artificiales, el espectáculo que se me ofrecía era algo que definitivamente no podía ver en Buenos Aires. Estuve sentado afuera de la carpa sintiendo ese silencio y esa oscuridad apaciguadas por el sonido del río y la luz de las estrellas por al menos una hora, hasta que el frío me obligó a resguardarme.
Preocupado porque mi bolsa de dormir no fuese suficientemente efectiva contra el frío, me dedique a ponerme la mayor cantidad de ropa posible e intentar dormir para salir con las primeras luces del día.

Haciendo cima, buscando aire.

Me levante con mucho frio a las 4 de la mañana, creo que ese fue el límite que pudo soportar mi bolsa de dormir. Pase 2 horas tratando de pasar el tiempo y moviendo mi cuerpo para no pasar frio, mentalizándome para lo que se venía, tenía por delante el día más duro de todos. Finalmente a eso de las 6 me levante, ordene todo y guarde la carpa y la bolsa de dormir, arme la bicicleta y comencé el trayecto final.

Creo que nunca pedalee tan lento en mi vida. Comenzar el día con subidas y luchando con el frio no era fácil. Me acordaba de los días de más de 40 grados que había aguantado en Catamarca y mi temor a que las cubiertas exploten del calor, ahora la cosa era empezar a moverme y mover los músculos con todo el abrigo posible encima. Las primeras dos horas fueron así, pidiéndole al sol que comience a asomar por sobre los picos y tratando de juntar calor a partir del ejercicio. Por suerte ya no quedaban ríos por cruzar, ahora el calchaquí era un pequeño arroyo que serpenteaba cada tanto al lado de la ruta. A partir de ahora el camino comienza a zigzagear elevándose cada vez más

Cada tanto me cruzo con un grupo grande de llamas que me miran, son muy jugetonas y sociables. Unas cuantas me persiguieron unos metros, algunas tapaban tanto el camino que tenía que bajarme y pasar con cuidado para no molestarlas. Me daban tanta gracia estos animales que después me sentiría culpable al comer guiso de llama en San Antonio de los Cobres.


Ahora es cuando la altura me pone más a prueba, sigo pedaleando muy, muy lento. Tengo que parar repetidamente buscando aire, trato de mascar coca y avanzar lentamente. El sol comienza a subir y la temperatura se eleva, y mientras más camino voy cubriendo el precipicio a mi lado se hace más grande. ¡que miedo esa caída! No hay baranda al costado de la ruta, no se bien que hacen los autos cuando se encuentran de frente en este camino tan angosto.

De vez en cuando paraba y miraba alrededor, se me hacia increíble pensar que por este camino habían transitado Incas y Españoles en su momento (según me habían contado), quizás hubiese en las laderas de estas montañas restos interesantes por descubrir. Pero ahora me da miedo salirme del camino y un paso en falso significa caer rodando unos 500 metros hacia abajo, mejor dejo para otro momento la curiosidad arqueológica.

Llegando a los 4700 metros sobre el nivel de mar el camino sigue el desfiladero de la montaña hasta que finalmente en una curva se puede divisar la cima. Como había leído en un libro de Krakauer sobre el famoso escalón Hillary en el Everest, parecía un lindo problema para un grupo de amigos escaladores en un fin de semana de ocio, pero a 8700 metros de altura era un desafío descomunal. Sin ánimos de comparar, pero así sentía yo los últimos kilómetros del abra del acay. A 4700 metros de altura y la cima del camino frente a mis ojos, el camino zigzagea de forma muy pronunciada hasta el final, lo que parece una gran Z. En el llano y después de dormir en una buena cama este “problemita” bien podría haber sido algo divertido para pasar el tiempo, pero después de dormir mal y con frio la noche anterior, con más de 50 días de viaje arriba de mis hombros y con mis pulmones buscando aire casi desesperadamente, El examen final que el acay me estaba preparando se presentaba exigente por demás.

Pero hasta acá había llegado por voluntad propia y sonaba dentro de mi cabeza aquella pequeña voz que me había impulsado en primera instancia a realizar este viaje, me gritaba ahora más fuerte que nunca: ¡dale! ¿Cómo te vas a rendir ahora? ¡Que la falta de aire no te nuble! ¿queres pasar otra noche a mas de 4000 metros?

La motivación comenzó a aumentar, pero el cuerpo simplemente no respondía de la mejor manera. Fue una lucha muy fuerte hasta que mente y cuerpo se pusieron de acuerdo para coordinar semejante esfuerzo. De a poco, paso a paso y con el último esfuerzo logre lo que tanto había soñado los últimos meses.

Cuando llegue mi tire al piso, mire hacia el cielo y me quede al menos 5 minutos con la mente completamente en blanco. El cartel estaba allí, también había un pequeño santuario católico y varias botellas de plástico alrededor. El viento soplaba fuerte y hacían seguro menos de 5 grados, ya no me preocupaba tanto. Todo el frio y el cansancio se fueron por unos cuantos segundos mientras miraba hacia abajo y observaba un trayecto en el cual había dejado el alma. Quizás una persona más entrenada que yo lo hubiese logrado con mucha más facilidad, no niego que me costó muchísimo físicamente lograrlo. Pero el esfuerzo y lo que me costó al final le dieron un sabor diferente.

Después le seguirían 45 kilómetros de bajada hasta San Antonio de los Cobres a gran velocidad, con la mente cansada y el cuerpo magullado. La cama en el hotel esa noche fue el gran premio. Al otro dia me levante y no podia creer que habia cruzado el abra del acay en bicicleta, un sueño cumplido.

Lucas
gerdiaz
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Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by gerdiaz »

Excelente relato. Te felicito por el viaje realizado y por la redacción. Espero que publiques el resto de la travesía!!!!
macopaton
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Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by macopaton »

vieja se me llanron los ojos de lagrimas, si hasta lo comparti en face al relato, muchas gracias por semejante relato. un gran abrazo y como te dice gerdiaz, esperamos un poco mas del resto de la travesia!
lucash
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Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by lucash »

Gracias por leer!

la verdad es que en un principio me puse a escribir sobre toda la travesía y me quede con la sensación de que se me hacia muy largo. Preferí centrarme en el momento que a mi me pareció mas emocionante, pero si a alguien le sirve para el futuro les dejo los pueblos y ciudades donde estuve parando en el camino ( A partir de Lujan y hasta Rio cuarto fui por caminos rurales que no son faciles de encontrar):

salida:Capital Federal

Prov de Buenos Aires:

Del Viso
San Andres de Giles
Carmen de Areco
Salto
Rojas
Colon

Prov de Santa Fe:
Venado Tuerto

Prov de Cordoba:
Alejo Ledesma
La carlota
Alejandro Roca
Rio Cuarto
Berrotaran
Embalse
Villa General Belgrano
Alta Gracia
Carlos Paz
Valle Hermoso
Capilla del Monte
Dean Funes
Villa Quilino
Lucio V. Mansilla

Prov de Catamarca:
Recreo
Frias

Prov de Tucuman
Taco Ralo
Simoca
Monteros
Tafi del Valle
Amaicha del Valle

Prov de Salta:
Cafayate
Angastaco
Seclantas
Cachi
La poma
San Antonio de los Cobres

Prov de Jujuy:
Paraje Tres Morros
Abralaite
Abra Pampa
La Quiaca

Distancia total: 2300 km
pajaman
Green Trail Rider
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Joined: 29 Sep 2014, 22:28

Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by pajaman »

Exelente cronica e imagino inolvidable experiencia!!!!!
Gracias por compartirla.....le tengo ganas....me podes pasar data de tu equipo????
Saludos!
lucash
Green Trail Rider
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Joined: 10 Jul 2014, 22:59

Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by lucash »

Hola!
lo hice con esta bicicleta: http://www.cannondale.com/nam_en/2015/b ... il/trail-5
solo le cambie las llantas por unas de doble pared, lamentablemente me la robaron hace unas semanas.

Lleve dos alforjas ortilieb, un bolso delantero halawa mas la carpa, bolsa de dormir y herramientas básicas.
pajaman
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Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by pajaman »

Lamento lo de la bici y gracias por la data.
Saludos
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sebaceto
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Joined: 08 Jul 2014, 18:16

Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by sebaceto »

Increíble!
Excelente viaje y relato. Súper emocionante.
Felicitaciones!
cuervo99
Green Trail Rider
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Joined: 01 Feb 2011, 19:57

Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by cuervo99 »

En cuánto tiempo? Yo estaba pensando en hacer una escapada parecida. Tendría unas 3 semanas (que tienen que incluir la vuelta), capaz en marzo. Tengo una rodado 29.
lucash
Green Trail Rider
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Joined: 10 Jul 2014, 22:59

Re: Asi fue: Mi cruce del Abra del Acay en bicicleta

Post by lucash »

Sebaceto: Gracias!

Cuervo: Buenos aires-la quiaca lo hizo tranquilo en 2 meses. el tramo tafi del valle-la quiaca (incluyendo cruce del infiernillo y abra del acay) me tomaron un poco mas de 2 semanas.
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