DEL QUEQUEN al QUEQUEN

Últimamente las cortas vacaciones veraniles las pasamos en la villa balnearia "DUNAMAR", pegadita a "CLAROMECO". Un lugar tranquilo y de descanso, demasiado para mí; así que siempre agrego alguna actividad de treeking o similar. Es quizás el momento del año donde más me dedico al deporte, pero en esta ocasión ya tenia algo planificado; se trata de unir pedaleando por la costa los dos grandes ríos del sur de la provincia de Buenos Aires, el QUEQUEN GRANDE con el QUEQUEN SALADO. Sabía de estas excursiones, tipo aventura, que las realizaban en caravana con portentosos vehículos de doble tracción.
Así que el lunes 11 de Febrero a media mañana cargamos la bicicleta mas el equipo en le auto, y con toda la familia nos fuimos a NECOCHEA, punto de partida de la excursión. Después de un breve paseo y compras por la ciudad, almorzamos algo rápido, y mientras cargaba las alforjas y mochila, sobraban los chistes y sugerencias de cómo debía encarar la marcha.
Alrededor de las 15.30 de la tarde comienza mi excursión desde el viejo puente colgante sobre él rió QUEQUEN GRANDE. Unas cuadras por la Av 42, luego por Diagonal San Martín y 79 hasta cruzar el centro del balneario Necochense. Un saludo, bocinas... despido a los celosos custodios.
Luego por av costanera, que sigue entoscada, bordeando el parque MIGUEL LILLO, pasamos por zona de barrancas, hasta arribar a LAS GRUTAS . Allí como como el vigía de la naturaleza la imagen de SAN FRANCISCO DE ASIS, patrono de la ecología.
La tarde esta apacible, con una leve brisa marina; puedo descender... ¡ al fin la playa!...Por la orilla del mar, la arena esta compacta y se pedalea bien; a mi derecha se elevan las barrancas intercalando las milenarias grutas que fueron formando las olas. Media hora mas tarde la pleamar cierra la barranca con unos arrecifes, imposible de pasar; no queda otra que retroceder y buscar una subida para seguir.
Lentamente, pedaleando por pesadas huellas arenosas, con mas de tres horas de viaje, arribo al balneario LOS ANGELES, unos 30 kilómetros de viaje; bordeando la famosa CUEVA DEL TIGRE, desciendo a la playa. Voy dejando atrás al ultimo caserío. Durante las próximas dieciséis o diecisiete horas habré de transitar por una desolada playa, acompañado por el incansable sonido del rugiente mar. Por momentos, la arena compacta, me permite acelerar la marcha; luego arrecifes o barrancas me obligan al extenuante trabajo de subir para continuar por las huellas.
Subir y bajar por las dunas con la bici cargada, sendas de arena floja que me obliga a caminar ¡ no era lo que tenia en mente!...
Nace el colorido ocaso, bajo las sombras de distantes dunas se destacan llamativas siluetas, es el SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LUJAN , ermita construida por el grupo NECOCHENSE TODOTERRENO e inaugurado a fines del año pasado. Un buen lugar para pasar la noche. Armo el campamento, descanso y a reponer energía para el dia siguiente. La noche esta fresca e increíblemente plagada de estrellas.
El intermitente ”beep” de mi reloj indica las 4.30 de la madrugada, afuera de la carpa se siente un frió penetrante. Con el fuego primero y la mateada después, mientras desarmo el campamento, todo se climatiza.
Después de algunos ajustes y mantenimiento del trasporte, alrededor de las 6.30 hs, reinicio la marcha. Sopla un leve viento del sector noroeste, que a veces se hace sentir. Noto que tuve visitas merodeando durante la noche, son huellas inconfundibles de gatos salvajes, aparentemente dos. El sol va calentando, promediando la mañana alcanzo la primer referencia, el arroyo ZABALA, por suerte hay un puente de troncos en buen estado y me facilita el cruce. A partir de ahí comienza una zona salpicada de arrecifes, que en conjunción con cíclicas ráfagas de viento me obligan a caminar.
Un punto blanco en el horizonte, que poco a poco va tomando forma indica el límite de partido, es el FARO GUARANI, construido en una punta en 1972; oportuno para un breve descanso. Una hora mas tarde llego al balneario SAN CAYETANO, el sol del mediodía es intenso, aprovecho para cargar agua fresca y aligerar las ropas. Los próximos kilómetros son impedaleables: playas de arenisca, guijarros, caracoleros, intercalando toscosos arrecifes; convierten en un lento trekking mi excursión. Alrededor de las 13.30 tengo que tomar un baño obligado, cruzo el arroyo CRISTIANO MUERTO. Afortunadamente esta bastante bajo, aunque un poco torrentoso, de todas formas hago varios viajes para transportar todo el equipo. No puedo resistir una refrescante zambullida. Mientras termino de comer mi naranja inicio el viaje, la bajamar me favorece con el suelo compacto. Siento una moderada brisa y aprovecho para sostener una marcha rítmica.
A poco de andar diviso en el horizonte un manchón verdoso longitudinal salpicado pequeñas figuras de colores, es el balneario ORENSE, que debe hallarse a nueve o diez kilómetros. La tarde es calurosa (la temperatura supera los treinta y dos grados a la sombra), con intenso sol; promediándola llego al balneario casi sin reserva de agua. Después de aprovisionarme continúo mi viaje por una corta playa; luego zigzagueando entre las caprichosamente carcomidas afloraciones toscosas, que terminan por convertirse en un interminable arrecife.
El tránsito se dificulta aún caminando cuesta hacer rodar la bici, durante hora y media no se ve playa ni en el horizonte. Luego ¡ al fin!..me puedo dar una refrescante zambullida. Poco mas adelante resuelvo una incógnita que se planteó anteayer. Se trata de un inusual acercamiento de lobos marinos de un pelo al sector de baños en las playas de DUNAMAR, por la mañana uno mas chico paso casi inadvertido; por la tarde, y en mas de una ocasión, un adulto nadaba tan cerca que los bañeros nos pidieron que abandonemos el agua; supusimos que la madre buscaba a su cachorro. Ahora compruebo que no lo encontró, ya que a metros del agua, en el camino, hallo a un cachorro de lobo marino de un pelo recientemente muerto.
El camino se hace largo y el calor intenso, me voy agotando, varias veces me zambullo en el refrescante mar; rápidamente se termina el agua; por suerte voy cruzándome con grupos de pescadores y bañistas a los que ocasionalmente les pido agua.
Empieza a notarse la pleamar, la arena es floja, el viento por momentos sopla con ráfagas, lo que da por resultado que camine la mayor parte del tiempo. El “cuarto salto”... tímidamente se divisa el faro de CLAROMECO, luego “tercer salto”. La pregunta es repetida: ¿falta mucho para el camino entoscado?...
Una pareja, que descansaba en sus reposeras, me llama preguntándome de donde vengo; de NECOCHEA les digo y me apabullan con expresiones de algarabía. ¡Bravo!...compartimos el mismo deporte, me dicen contándome de sus variadas excursiones en el interior del país y también fuera de él, como en las “montañas Tibetanas” de NEPAL...¡sorprendente!...
Me despido de ellos, que me alientan y dan un buen empuje para olvidarme del día agotador. Poco después llego al “segundo salto”. Tengo varias opciones de caminos a seguir, opto por el camino costero entoscado. El sol se pone en un increíblemente esplendoroso atardecer. Por el momento queda atrás la playa y transito por las calles de CLAROMECO, aprovecho el puente para cruzar el arroyo.
A la 20.30 hs, con todavía algunos rayos de luz llego al camping de DUNAMAR, me reencuentro con la familia que se alegran de verme, ya se estaban empezando a preocupar por mi tardanza, me esperaban con asado a la parilla ¡ a reponer energía y descansar!...esto aun no terminó.
Miércoles 13 de Febrero, me cuesta un poco levantarme pero me entusiasma terminar el recorrido que me había propuesto. Las primeras luces anuncian un hermoso día, el silencio del camping solo se ve interrumpido por los silbidos y trinos de los mas variados pájaros. Después de la mateada, reviso las ruedas de la bici, lubrico un poco la cadena, pedales y otras partes móviles.
Cargo solo una mochila y salgo caminando hasta la playa. 6:15 de la mañana inicia el camino por la desolada orilla del mar; no hay ni una brisa, el sol apenas esta elevado sobre el agua en el horizonte.
A buen ritmo, pedaleando sobre una orilla de arena compacta, casi una hora mas tarde alcanzo el “médano blanco”, una imponente duna de varias decenas de metros de altura. Poco después empieza a verse el ultimo balneario, RETA. Este pueblo tiene la particularidad de encontrarse casi al mismo nivel del mar. Rodeado de una cadena de medanos pudo crecer sin sucumbir al ser barrido por tempestuosas tormentas marinas. Incomodo para el turista que no quiere esforzarse para alcanzar la playa, motivo por el cual en esta temporada se inauguró el túnel sub-medanal que facilita el acceso, dotado de una compuerta para las crecidas.
Al fin, siendo poco menos de las nueve de la mañana, a mas de cuarenta horas desde que partí; estaba a orillas del QUEQUEN SALADO, ancho, sinuoso, torrentoso, dominante; no me animaría a cruzarlo...
Fue tan solo un recorrido de unos ciento sesenta o siento setenta kilómetros, sobre caminos de arena, guijarros, conchillas, toscosos arrecifes, grutas barrancosas, pesadas huellas de arena floja; en fin realmente si fue una travesía todoterreno.