LA CARRERA DESDE ADENTRO

CARRERA DE CICLOMONTAÑA
LA CARRERA DESDE ADENTRO

PREÁMBULO
Estaba próxima la fecha que tantos deportistas esperábamos y para la que decenas y decenas de kilómetros que se habían recorrido, los incontables los litros de agua, los paquetes de galletas, los bocadillos, los sanduches, las horas sobre el sillín de la bici surtieran efecto positivo sobre la resistencia y la técnica para afrontar el nuevo reto. Se trata de la carrera que se hace cada año desde la ciudad de Chiquinquirá hasta la población de Otanche en Boyacá, dicen, y no se equivocan, que es la más dura del calendario de ciclo montañismo en Colombia. Yo, un ciclo montañista por afición, me propuse correrla y calibrar toda mi experiencia adquirida en estos dos años de práctica. Me preparé a conciencia, madrugando casi todos los días y sacrificando mi descanso de fin de semana, para entrenar en los terrenos que por referencias de amigos tenía la dichosa carrera. Y llegó el día, bueno el día anterior, días previos a las carreras que los que han participado en eventos deportivos saben de qué hablo, los nervios, la decisión a última hora, inspirada más por el desconocimiento o el susto, de ya no ir, de, por desconocimiento sentir que falta mucho para dar la talla o pensando que no es el año, quizás el año entrante. Pero no, todo hecho, todo entrenado, todo alistado, no hay de otra, hay que ir. La cita con los amigos, la hora de salida nos comprometen y ya no hay retroceso. Una amenaza de enfermedad, pero tampoco se le hace caso. De frente hacia Otanche.

EL DIA
Las 4 de la mañana, suena el despertador, pero la emoción nos ha despertado hace unos minutos, el alistamiento del día anterior deja un tremendo reguero por toda la habitación, se verifican los elementos esenciales, las zapatillas, los uniformes, las medias, el casco, las gafas nuevas, las caramañolas, la maleta, que todo quepa y que no ocupe espacio y que no falte nada, debemos ser artistas del espacio reducido, porque nada se debe quedar y debo viajar liviano, pues el auto hay que dejarlo en Chiquinquirá, ir hasta Otanche en bici y devuelta a Chiquinquirá en bus. El timbre suena, mi compañero de viaje llega, trae su liviana y completa maleta al hombro, entra y tomamos café, para los nervios y el frío de la madrugada. Alisto el carro, subimos las bicicletas y se aseguran para el viaje, 125 kilómetros para la salida, terreno relativamente plano, sin embargo son casi tres horas de viaje. La oración infaltable al señor Dios para invocar su protección y adelante, el motor ruge como rugirán más tarde las cadenillas y las llantas contra el pavimento en la salida. Ya el amanecer raya en el horizonte y trato de llamar a otro grupo de deportista que salen por otra vía en otro auto para hacer caravana y así poder acompañarnos. Hacemos cita pero al llegar allí no hay nadie, la espera reglamentaria, 5 minutos y arrancamos solos, hace unos minutos ha pasado otro vehículo con bicis, seguro en Chiquinquirá los encontraremos. Falta lo más importante de la jornada y es el avituallamiento, hay que comprar bebida hidratante y comida energizante para la carrera que nos han dicho dura casi 6 horas. El poblado se llama Ubaté y paramos para comprar y de paso desayunar, son las 6:30 y nada hay para el desayuno, las bebidas hidratantes se compran y algún maní y galletas. Saliendo del almacén encontramos a los que debían llegar a la cita y al otro vehículo que a la salida de la ciudad encontramos, todos somos del mismo equipo, bueno en el que me inscribieron, pues no pertenezco oficialmente a este. El desayuno se hace en el mismo poblado unas calles más adelante. Las bromas y las tomaduras de pelo afluyen en las mesas ocupadas, hay más de 10 deportistas y los respectivos acompañantes, novias, esposas, padres, los que más apoyan. Yo tomo chocolate y caldo, algo nada pesado, más tarde reforzaremos con algo de más energía. Terminamos y todavía faltan 50 kilómetros para la línea de salida, así que a los autos y a la carretera, ahora somos tres autos en correcto orden con sus respectivas bicis, protagonistas del día. Al llegar a Chiquinquirá hay que buscar parqueadero y ya mis compañeros de equipo saben donde, los años pasados habían estado en la carrera, me llevan una ventaja, de muchas. Al entrar un ruido, a mi auto se le enreda el silenciador con la rueda, digo yo, es un amortiguador que acabó su existencia, de todos modos no hay mucho tiempo para revisar, lo parqueo como puedo y me alisto sin dejar de pensar que al otro día es domingo y que nada habrá abierto, la preocupación aumenta cuando me acuerdo que si corro la segunda etapa llegaremos por la noche a recoger el carro. Decido no correr la segunda etapa.

EL ALISTAMIENTO
El alistamiento previo a una carrera de bicis es de lo más entretenido, solo tienes que tener en cuenta: la bici, obviamente, el uniforme, donde me cambio, las zapatillas, llenar las carmañolas, determinar en cual bolsillo irá qué, de acuerdo al orden de alimentación o a la combinación de los alimentos, las medias, miro al cielo ninguna nube, eso significa mucho sol y gracias a Dios llevo mangas largas en mi camiseta en previsión. Mucho líquido hará falta. Todo casi listo, las maletas viajan en una camioneta que acompaña una de las pocas damas que hacen el recorrido. Salimos a buscar la partida, aún no hay números, ni inscripción firmada y para acabar me pierdo, nadie sabe donde es la salida, le pregunto al dos deportistas y las señas son vagas, termino en el atrio de la catedral del poblado, de todos modos no la conocía, pero eso no era lo importante, lo importante era la inscripción. Las 8:30 y estaba deambulando por el poblado. Dos ciclistas más, ellos si saben y llegamos los tres. Busco la mesa de inscripción, el número 120, que posteriormente enmarcaré. Mucho ciclista, unos más famosos que otros, unos de primera vez, como yo y mi compañero de viaje y otros con más de tres carreras de las mismas. Veo el campeón del año pasado, no parece muy del otro mundo, la seguridad la diferencia de mi, por lo menos. El sol empieza a calentar, volteo a mirar y el lote de ciclista está hecho, por suerte me tocó la primera fila y empiezan a llamar lista por categorías, la verdad no sé en que categoría estoy, nadie me llama, llamo la atención de un juez y le digo mi número, hace una marca frente al número 120 de la planilla, ya estoy entre los afortunados, o no?.

Todos queremos irnos, los que conocen dicen que no hay que salir demasiado tarde, pues el sol hará mella en los cuerpos nuestros, a mi me preocupa la hora, pues después de medio día el organismo no rinde igual. Son las 9:30, la partida está próxima, el himno nacional suena en los altoparlantes y todos, como si obedeciéramos ese instinto patrio quedamos callados y reverenciando sus notas, hace falta esa reverencia.
LA SALIDA
Por fin, la bandera se levanta y las advertencias finales a los corredores, se baja y una horda de ciclistas ataca las carretera que nos llevará a Otanche. Ya tenía referencias más o menos del perfil, claro que si hubieran sido reales, casi nadie llega; me decían, son 4 (Km.) de plano pavimentado, y empieza el destapado, son 4 de subida más o menos dura. Fueron 15 kilómetros hasta donde empieza la descomunal bajada, donde lo único plano era el primer kilómetro, el resto eran de falso plano y una que otra bajadita que subía el promedio de carrera a 45 la hora. Me sentí bien los primeros kilómetros, los nervios desaparecen una vez empieza la carrera, la adrenalina los desplaza, el ruido de los platos y las cadenillas, las ruedas sobre el pavimento, la emoción es indescriptible. Ahora no se valla a dejar sacar, pensé, más tarde lo lamentaría, energía que me hizo falta para los últimos kilómetros. Llegó la cuesta dura, tres kilómetros más y empezamos a bajar dije, no sabía lo que me esperaba. LA piernas, por el esfuerzo inicial dolían mucho, la circulación no se estaba haciendo de la mejor manera, me voy a retirar, porque si así me siento aquí, no se que pasará si faltan más de 90 kilómetros. Llegó la bajada, nada que empezaba el destapado, un pavimento bastante nuevo y ya me llevaban los de la punta como dos minutos, no me afané, lo que debí hacer desde el principio; empecé a bajar un poco temeroso y llegó el “esperado destapado”. No se si los que tienen bicis de todo terreno han descubierto lo aburrido que es transitar por terreno pavimentado con ruedas para trocha, a mi me pasa, prefiero el destapado. Los primeros metros estaban tapizados de caramañolas que a sus antiguos portadores les iban a hacer mucha falta, el líquido sería vital en esta etapa. La trepidación de la bici era ensordecedora, le suena todo a la pobre, sentí que se iba a desarmar, pero la verdad la dejé que rodara a la máxima velocidad permitida, frenando pertinentemente. Está bastante entretenido dije, son solo 25 de bajada, otra cosa que me habían dicho, y si llevamos bajando cinco, faltan 20, no está nada mal. Aparecieron los primeros varados por pinchazo, las piedras no perdonan una rueda con parches o mal inflada, temí entonces que me sucediera los mismo. El pedrero era terrible, se te sacude todo y un poco más, no puedes perder tiempo y mientras más te demores bajando, más tiempo gastarás en la etapa. Mi compañero de viaje, Darío, pinchado en una curva, sin parar le pregunte si necesitaba algo, no me dijo nada, seguí bajando y pensé que llegaría primero que él, un poco egoísmo de deportista. La bajada era interminable y las piedras parecían cada vez más y más grandes, se acercaba un poblado y ya eran muchos los que había rebasado, unos por que bajaban con más precaución y otros varados, no vi ningún caído. Llegamos a Pauna, un emotivo pueblo donde todos los niños saludaban con banderas blancas, hojas blancas, pañuelos blancos, la verdad cuando uno baja esquivando piedras y huecos no se fija mucho en con qué lo saludan, el color si, era blanco. Sobre pase a una de las damas de la carrera, son unos portentos de deportistas ellas. Casi paso derecho en un desvío, la frenada en seco y la retoma del camino; voltear a la izquierda y seguir bajando, disfrutar del pavimento del pueblo por unos momentos. Mi odómetro – este aparatito se encarga, por mi, de contar cuantos kilómetros recorro -, casi todos los ciclistas nos gusta ufanarnos de cuantos kilómetros recorremos, por eso tenemos uno; me decía que faltaban 5 kilómetros ( de los 25 referenciados) para terminar la bajada, el calor ya se sentía, no sabía la hora pero hice mis cálculos, las 10:30 faltará todavía los más duro que era la subida de otros 25 – otra referencia equivocada – y me preparé sicológicamente para eso. Me habían dicho que la subida empezaba después de pasar un puente, llegamos al puente y empezó la subida, alcancé a otro ciclista y le hice la pregunta de todos desconocedor del terreno por el que transita: “ya empezamos la subida?”, “ no, todavía hay que seguir bajando”, no será mucho, pensé. Una travesía como de dos kilómetros y seguimos bajando. La gente de la región conoce la fecha de la carrera y se alista con todas sus galas para verla pasar, me precedían los más veloces de la misma así que cuando pasaba había mucha gente saludando a los “héroes”, nos dijeron que éramos los que llegábamos detrás del primero sin importar la diferencia en tiempo. La bajada se alargaba, el calor aumentaba y una [$5”2*{]’¿@.&] camioneta roja hacía bastantes kilómetros que me estaba echando una barahúnda de polvo, no se dejaba rebasar y pareciera que le divertía el hecho, me imaginaba mi cara, de hecho las mangas de mi camiseta y las piernas estaban de color tierra, por fin paró y adivinen qué le dije cuando lo pasé..., pues no, el afán de llegar, de no caerme o pincharme opacó cualquier tipo de reclamación; más tarde me alcanzaría nuevamente y me daría otra dosis.
Ya a estas alturas de la carrera iba solo, eventualmente pasaba algún varado y solamente me pasó un ciclista, seguramente detrás venían muchos pues salimos casi doscientos y algunos niños que les encantan las estadísticas enumeraban uno por uno los ciclistas que pasaban, lo alcancé a oír varias veces a través del recorrido, nunca me tocó un número mayor de 60. Como iba aumentando el calor y la subida no llegaba, empecé a comer uvas pasas y maní, alimento esencial por la carga calórica que aporta previniendo la famosa “pálida” que algunas veces nos ha dado a los que montamos en bici. Los brazos ya no se sienten, la trepidación y el ruido de la bici al saltar entre las piedras, todo un escenario que es interminable, pienso que si no se acaba la bajada pronto los brazos no aguantarán más, ya el cuentakilómetros marcaba casi 63 kilómetros, hice las cuentas y fueron 15 de subida desde Chiquinquirá, 47 de bajada y me decían que eran casi 25 de subida, pensé que debía tomarlo con calma, la verdad las cuentas no cuadraban, si eran 93, y llevábamos 63 más 25 de subida, Otanche quedaría a 5 kilómetros del alto, y según la información faltaban más de 10 de bajada y como 5 de terreno plano, concluí que eran menos de 25 de subida, eso me animó, porque con esa temperatura, a esa hora y 25 de subida???... por fin el puente, adivinen como se llama el sitio, “EL PUENTE”.

LA SUBIDA
El calor era insoportable, el agua corre por la cara, las caramañolas están menos de la mitad, una de las dos quedó con una fuga en la tapa y con los saltos casi se desocupó, la otra me la tomé. Al empezar a subir alcance tres ciclistas más, uno de ellos era un compañero del equipo, le animé y apenas me miró y me dijo “ no mano, paila” traducción: ya no doy ni un pedalazo más, estoy muerto... Cuando un ciclista empieza una subida, hay dos factores que influyen en el rendimiento, la inclinación de la subida y la extensión, se hace una división entre eso y la fuerza que se tenga y ese resultado es el ritmo que se debe imponer. Las personas a la vera del camino nos saludaban, y uno que otro niño seguía contando, me dijo 58, asumí que delante de mi iban 57 ciclistas. Un kilómetro, dos, tres, cuatro y el calor nada que bajaba, todo lo contrario, el sol calicular sobre mi cabeza extrayendo todas mis reservas de líquido, el polvo sobre mi cara se convertía en barro y por fin alguien pregunta si me hecha agua, claro, en la espalda. El flamante campeón del año pasado estaba varado y comedidamente ofrecía agua a los que pasaban mientras lo desvaraban, más adelante me pasaría velozmente a tratar de alcanzar la punta de la carrera. No lo logró. Cinco, seis, siete kilómetros y tres ciclistas, entre ellos dos chicas, estaban a la vera del camino en una gran alberca repleta de agua, me pareció una aparición, tuve que parar, y un refrescante baldado de agua en la espalda me animo, el segundo en mi cara para lavar el barro. Seguí y me imaginaba cuanto quedaría, los vecino del lugar a los que preguntaba no sabían a ciencia cierta, los comprendo pues la verdad no creo que hayan hecho el recorrido en bicicleta; unos decían cinco, otros, siete, otros decían “falta como quince minutos”, en carro, me imaginé. Mi cadenilla hacía rato que estaba chirriando, le faltó aceite antes de la salida, siempre falta algún detalle por más que se haga una lista. Voladores sonaban en la distancia, en una curva de frente estaba otro poblado, San Pablo de Borbur, nombre pomposo, gente muy amable, jóvenes y niños estaban en la carretera con bolsas plásticas ofreciéndolas a los deportistas, zona de alimentación. Tomé una y el hambre me obligó a parar, pues me dije es mejor parar que caerme por tratar de comer. Un trozo de manzana y dos de plátano, una bolsa de agua que hecho en la caramañola; una niña con una manguera me hecha más agua en la cara, la verdad no me imagino como se veía. Arranco repuesto por el agua.
El calor seguía y una oración a Dios pidiéndole que ocultara el sol, iluso, pensé, pero Dios es grande y el sol se ocultó un rato, tiempo suficiente para subir otros kilómetros más frescos. Alcancé y sobrepasé una de las chicas de la alberca, la otra la había sobrepasado uno o dos kilómetros antes, seguí pensando que esas niñas son unas duras. Caminé para descansar los brazos y me ofrecieron una cerveza para la sed, pensarán ustedes que un deportista no debe tomar cerveza, durante el tiempo que he montado en bici lo he hecho varias veces y doy fe que es de lo mejor para la sed y reponer electrolitos. Gatorade folclórico. Me subo a la bici; ocho, nueve, diez, once doce, y la cadena no aguantó más se reventó. Pensé que la oportunidad de llegar se alejaba y que pasaría otro año para poder llegar, mi cuerpo quería retirarse pero mi cerebro lo obligaba a seguir, a esa altura ya el clima era más fresco. Pensé en esperar a Jorge, otro compañero de equipo que estaba seguro que tenía la herramienta para remendar la cadenilla ( más tarde me enteré que se la había caído en la bajada), mientras y para que se no enfriaran mis músculos caminé y caminé y camine, me alcanzó una moto y le pedía asistencia, se bajó amablemente el parrillero y trató de ayudarme aún en contra del reglamento. Se le daño la herramienta y partió raudo, yo, seguí caminando haciendo la consabida pregunta todos los que pasaban si alguien tenía un “despinador”. Pasados dos kilómetros me alcanza un señor de edad, desinteresadamente me prestó la herramienta y siguió su camino, me demoro más o menos diez minutos y arranco otra vez con la ilusión de poder llegar. Hacía un kilómetro me habían dicho que faltaba muy poco, no eran 25 kilómetros. Fueron 16 y algo más. Dos niños me conmueven en medio del cansancio al ofrecerme una naranja sin cáscara, se habían tomado la molestia en pelarla para nosotros, ese gesto es invaluable.
MAS BAJADA
Por fin....... empieza la bajada, diez kilómetros más de sacudones y piedras, la verdad ni pienso sino en llegar, me suelto de tal manera que corro el peligro en dos ocasiones de caerme, paso muchos más ciclistas, unos pinchados otros ya victimas del cansancio para los que bajar se hace otra tortura. A lo lejos un poblado, mi corazón da un vuelco y doy gracias a Dios por haberme llevado con bien, llegué, llegué me repetía. Llegué y una calle de honor nos da la bienvenida, me sorprendo cuando salgo otra vez del poblado y sigo bajando, no era Otanche, el nombre del poblado era Santa Bárbara. Más brincos y más bajada, me acordé de la suma de kilómetros; en el alto era el kilómetro78, ocho que llevábamos bajando 86, faltan 7. Empieza un tramo de plano que afronto, sorprendido, con mucha fortaleza; paso cuatro ciclistas más. Acaba el plano y seguimos bajando, veo a los lejos un ciclista varado mirándome, me hace señas y paro. Es una chica que no tenía manguera de repuesto, ya faltaban dos kilómetros para llegar y yo llevaba dos de repuesto, le regalé una y arranque raudo, la ilusión me da fuerzas, bajo un kilómetro más y falta un kilómetro de subida, a lo largo del recorrido, miro a la derecha y veo los mojones que marcan las distancias en las carreteras, veo el número 1, un kilómetro, un larguísimo kilómetro de subida, hago el cambio, y me dispongo a llegar victorioso, un niño me anima y un señor me dice que faltan quinientos metros, trescientos, doscientos, cien, otra calle de honor y a lo lejos se oye un altavoz animando, los últimos metros ya pavimentados y se ve la pancarta de llegada, me acomodo la camiseta, la cierro, y levanto los brazos dando gracias a Dios, como si fuera el campeón, así me siento, como si hubiera ganado una de las carreras más duras del calendario colombiano, la carrera contra el cansancio, el calor, el hambre el terreno, el tiempo y las vicisitudes. Eran las 2:47 minutos de la tarde.

Opinin de LA CARRERA DESDE ADENTRO

LEONARDO VELASCO

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15/01/24 21:35

cervelo p3

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15/03/24 16:10

Venzo Yety Robada

Me robaron esta bici marca Venzo, modelo Yety, rodado 26 con 21 cambios. Me la robaron hace unas 12hs por la localidad de La lonja, Pilar, Buenos Aires. Se metieron a mi casa, los aparatos de la velocidades q van en el manubrio estan rayados, el tamaño del cuadro es L. Si llegan a verla publicada,

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Venzo Yety Robada

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03/03/24 11:57

Publicada en Marketplace

La veo publicada en marketplace por 100.000 pesos, evidentemente es R O B A D A. La Descripción es de alguien que no tiene idea de lo que es una CUBE

03/03/24 11:52

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28/02/24 04:00

Specialized sirrus x 2.0

Someone stolen my bike in my job, Hersham 28 Lyon Road Let me know if you see. It is my transport to go my job Thanks

25/02/24 20:38

Robo de bici Trek en La Paz, BCS, México

El día 19 de febrero las 4:24 pm me robaron mi bicicleta marca Trek modelo Procaliber 6 color negro mate, rodada 29. El robo de la bicicleta ocurrió afuera de la librería Educal ubicada en la calle 16 de septiembre en el centro de La Paz, BCS. Les agradeceré cualquier información por si es que

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