En bici por la peninsula Iberica

Me desperté a las 07:45 horas, estaba lloviendo, empiezo a prepararlo todo y armar las alforjas de ropa en la bicicleta mientras ruego que pare el chubasco. Parece parar algo y entonces, a las 09:00 horas, salgo de Granada.

Paso por Pinos Puente a las 10:00 horas y se larga a llover muy fuerte por lo que paro en un refugio, me pongo el equipo de lluvia o pilotín, no desisto y prosigo por la ruta con una lluvia un poco más suave. A las 14:41 horas atravieso Puerto Lope y pasando este pueblo paro a almorzar en un restaurante de ruta: un bocadillo de jamón y queso, y converso con dos alemanes (los tres hablando en un paupérrimo ingles) ellos al igual que yo también estaban haciendo cicloturismo aunque solamente en la comunidad de Andalucía. Pensé yo... "Qué lindo, la verdad que sólo Andalucía vale la pena... estos Alemanes si que la tienen clara", contrariamente a mí llevaban dirección a Granada, yo tenia rumbo a Córdoba (ese día terminaría en Alcalá).

En la ruta veo carteles verticales muy bien indicados que dicen lo siguiente: "Itinerario Cultural Europeo - Ruta del Califato - Andalucía". Si bien intuía que se trataba de un camino cultural turístico, símil al famoso "Camino de Santiago", no sabía muy bien a qué hacia referencia realmente, sólo en Alcalá en la Casa Pineda y también en Alcaudete me sacaron de mis dudas y me dieron información respecto a todo lo que concierne a esta ruta y los pueblos que la integran a este proyecto cultural, turístico, etc. A las 15:31 ho la impresión que me causó cuando, tomando una curva hacia la derecha, arriba, con un fondo muy gris y con una lluvia hasta con algún relámpago, vi lo que me pareció ser la sombra de un castillo mientras ingreso a la provincia de Jaén. En esta zona, al igual que en otros lugares, puedo apreciar varias cooperativas que procesan el aceite de oliva virgen.
A las 16:36 horas y bajo una lluvia torrencial, la primera fuerte que "sufro" en España, estoy entrando a ALCALÁ LA REAL. Realmente la visión se me dificultaba con una lluvia que castigaba fuertemente a mis ojos, PERO JAMÁS me voy a olvidar de en una colina (enseguida asocié la imagen a la que uno a "mamado" desde niño en las películas americanas, me dije... el "castillo de Drácula"), sólo que a medida que iba avanzando y adentrándome en el pueblo presuroso para guarecerme no podía apartar la vista al castillo, que lejos de "aburrirme" porque a estas alturas ya en Andalucía había visto muchísimos castillos, atalayas y fortalezas....sólo que este, parecía tener algo especial... no se qué, pero me parecía más majestuoso, mejor ubicado que los otros, más erguido... como custodiando REALMENTE el pueblo. Qué se yo... había algo extraño, llamativo y especial en él con respecto a todos los castillos de España que había visto hasta ese momento y puedo decir ahora que vi en su país.

Vi el cartel en la ruta que decía "ALCALÁ LA REAL, COMARCA SIERRA SUR DE JAÉN". BIENVENIDOS A ALCALÁ LA REAL , MUNICIPIO DEL OLIVO. Lo primero que paso por mi cabeza fue "Qué lindo nombre Alcalá la Real". A mí que me gustan mucho las palabras, los nombres, los logos, etc. El nombre de Alcalá la Real me parece como un nombre verdaderamente español, pues es bien español y parece estúpido lo que voy a decir ahora, pero aún en ese momento, sin conocer el pueblo porque recién estaba llegando, me decía "que lindo cuando les comente a los míos, familia y amigos, que decir el 12 de octubre paré en un pueblo que se llamaba Alcalá la Real".
Bueno, me acuerdo que empecé a transitar una avenida importante, ahora aquí en mi casa mirando el mapa de la ciudad me parece que tomé la avenida de Andalucía, paré en el primer refugio a guarecerme y esperar que parase un poco de llover. Me metí a mi derecha casi sin pedir permiso en una especie de cochera o edificio. Mientras miraba el pueblo, algún que otro auto pasaba, estaba mojado, había viento, tenia frío, etc. Si bien el clima estaba muy feo debo confesar que la primera impresión que me dio Alcalá la Real fue de un pueblo con muy poca gente y vida propia.
Miraba a ver si podía preguntarle a alguna persona donde podría alojarme. Luego de esperar algunos minutos esperando que pare de llover salgo, pedaleo un par de metros y en un bar que estaba abierto pregunto por algún hostal. Me indican uno y me dirijo allí, se trataba del hostal "Río de Oro".

También me acuerdo que llegué con miedo. Me decía "Ojalá aquí haya un hostal o pensión donde pueda pernoctar". No sé por qué pero el clima, el feriado, la poca gente, en ese momento obligaban a mi mente a pensar cosas "ilógicas", ya que hasta ese día España siempre me había mostrado hoteles, hostales y pensiones para poder elegir. Alquilo la habitación, me ducho y el agua calentita de ese día me revivió. Bajo luego para ir a un lugar a mandar mis e-mails diarios a los portales que seguían mi periplo www.aventurarse.com (aventureros) y www.infobiker.com.ar (tus viajes) y por supuesto a mi familia. Debajo del hotel hay un restaurante atendido por Marcelino Tejada Arjona, al cual "bombardeé" con mis preguntas sobre el lugar, el castillo, del cual me enteré que se llamaba de la Mota, la tradición, el aceite de oliva. En fin, como "bicho" curioso que soy pregunte sobre todo.
Ya era casi de noche y hablo y camino sin más distendido por la ciudad. No llovía más, cruzo a la plaza y veo un coqueto puesto ambulante de venta de frutas secas, turrones de almendras y miel, que como es sabido para los que hacemos ciclismo son de un gran contenido energético, y compré algunos para el día siguiente a la par que mantuve una conversación con el vendedor.


Recorrido de Ciclo Ibérica 2000


Camine unos 100 metros y llamé a mi madre desde un kiosco de golosinas, que también es un locutorio telefónico, ya que precisamente mi mamá cumplía años ese 12 de octubre. Le dije "mami, feliz cumpleaños. Estoy aquí en Andalucía, en un pueblito llamado Alcalá la Real...!", y mi madre por el tono de mi voz sabía que estaba bien y que el pueblo me empezaba a gustar. A la salida de ese locutorio un amable y gentil hombre se interesó de mi travesía y conversamos mucho, cosa que más me gusta de estos viajes. No sólo ver los sitios de interés turístico, sino también conversar con su gente es para mí lo más importante. Me enteré que dicha persona era dueña de la pequeña gasolinera que estaba frente al local locutorio, y que en sus años jóvenes supo estar "por mi Buenos Aires querido". En fin, fue una charla grata, apacible y llena de datos que para mí siempre llevaré en mi corazón, como esa botella de este señor que ingresó a su local para obsequiarme una pequeña botella de aceite de oliva virgen extra "MOTAOLIVA". Me dijo "no puedes irte de aquí sin al menos llevarte una botella de nuestro aceite de oliva , el mejor de España." Aquí esta la botella, en mi biblioteca, en mi Argentina... y la luzco con orgullo.

Camino por sus calles, ya era de noche y veo el castillo espléndidamente iluminado, ahora veo gente por todos lados, niños, gente mirando vidrieras, me parece increíble que siendo más tarde de noche y más fresco ahora Alcalá parecía otra ciudad, inclusive con algunos comercios abiertos.
Vuelvo al restaurante del hotel, estoy algo cansado y pienso en mi familia. A estas alturas empiezo a extrañarlos más, a mi señora Eugenia y mis dos nenes Carlos (13) y Julián (10). Ceno y converso otra vez con el dueño y algún ocasional cliente. Me voy a mi habitación y paso una plácida noche en Alcalá.


13 de Octubre
Me levanto, desayuno y por indicación del Marcelino me dirijo a una delegación del ayuntamiento, la Casa Pineda. Voy en busca de un "pasaporte" de la Ruta del Califato. Dicho documento es una especie de soubenir-guía-pasaporte, pequeña libreta en la cual a medida que se va avanzando por la ruta que une Granada con Córdoba, ya sea caminando, en auto, o tal es mi caso en bicicleta, uno se va "metiendo" en pueblo que va pasando, como por ejemplo en Moclín, Alcalá la Real, Alcaudete, Baena, Espejo, etc, y generalmente en cada oficina turística de cada uno de ellos te sellan la hojita respectiva al pueblo para constatar que has conocido o simplemente has estado el lugar.

Felicito a los andaluces por su buena idea de dar a conocer e incentivar algo que realmente vale la pena, que por más sencillo y soso que les pueda parecer a muchos, para estos tiempos que corren... me parece genial. En Casa Pineda la dama que me atiende se llama María Dolores, a la cual debo agradecerle el trato recibido y la información, datos, folletería, etc., que me ofreció de una manera impecable. Resalto esto no porque uno se sienta que no merece un trato así, simplemente porque estaba yo "disfrazado" de ciclista con el típico atuendo color fuerte fosforescente, y dicha ropa llevaba días encima de mi humanidad...con lo que eso significa. Pero como dije antes me atendieron impecablemente y con lujo de detalles, y me dijeron "pues hombre, no te vas a ir de aquí sin al menos visitar el Castillo de la Mota".

Creo que eran las 09:30 de la mañana y empiezo a subir hacia el castillo, y de pronto me encuentro caminando al lado del encargado de seguridad (Paco), el mismo que abre y cierra las puertas para visitar la fortaleza. Subo a la torre, contemplo el pueblo de Alcalá desde lo alto, y me quedo fascinado unos minutos... Agradezco a Dios contemplar desde allí Alcalá, Andalucía y España..., la mañana estaba un poquito más fresca pero el cielo estaba celestísimo.

Llega el momento de seguir camino y dejar Alcalá. Una guapa mujer debajo, al lado de la iglesia en ruinas, me hace una encuesta con fines turísticos y luego, a la entrada del castillo con las oficinas abiertas, otra guapa mujer me da el ticket de entrada como que visité el castillo. De hecho así fue, y la misma me recomienda que por la tarde no deje de visitar el Palacio Abacial, con la charla y video a partir de las 17:30 horas. Le digo que lamentablemente debo seguí mi periplo ciclístico, ya que a lo largo del mismo sé que me he perdido muchas cosas, pero como en la vida todo no se puede tenía que seguir. La niña, sin entender mucho, lamentaba mi decisión y me decía una y otra vez que no podía dejar de irme de Alcalá sin ir al Palacio... Tal vez sea una buena excusa de pasar otra vez por Alcalá la Real con toda mi familia, por este pueblo que fue de lo mejor que vi en España, junto a Muniesa (Teruel), Cartagena (Murcia) y Fuente Ovejuna (Córdoba) como dije en otras oportunidades. Evidentemente me gustan y llaman la atención los pueblos chicos, son en éstos donde encuentro a la gente, su tranquilidad y sus verdaderas raíces.

Siendo casi ya el mediodía bajo caminando con mi bicicleta al lado y como no queriéndome ir, sabiendo que me faltaron tantísimas cosas por ver y escuchar, sólo me dije y me autoconsolé diciendo "Pensar que pueblos como este, como Alcalá la Real, siempre estuvieron aquí... Yo vine y lo conocí, al menos pasé por él, pasé una noche en él, caminé por sus calles y hablé con algunas de sus gentes... Siempre estuvo aquí... sólo me estaba esperando y yo vine."

Volví a retomar a mi amiga la ruta N-432 y salí rumbo a Córdoba (aunque ese día sólo llegué a Santa Cruz, a 91 kilómetros de Alcalá). Pasé Castillo de Locubín, Alcaudete, etc. Luego el viaje siguió. Hice Córdoba y Badajoz, desde donde crucé la frontera hacia Portugal. Allí visité Estremoz, Montemor o Novo y, finalmente, el día 22 de octubre finalicé en Lisboa el raid en la Península Ibérica al que llamé CICLO-IBÉRICA 2000. Estuve seis días en Lisboa y luego regresé a Madrid donde estuve dos días (no podía dejar de irme de España sin conocer su capital) esperando el vuelo que el día 1 de noviembre me traía de regreso a mi país.

Ese día por la noche, mientras el avión boeing 747 carreteaba por la pista, mientras miraba por la ventanilla, me pasaban rostros, pueblos, castillos, comidas, hostales, rutas, sierras, Bilbao, una tarde sencilla y hermosa que pedaleaba por Aragón, una bella mujer policía que vi en Pamplona, una playa de piedras brillantes y agua muy caliente y celeste en Cartagena, las farolas en las paredes blancas de Fuente Ovejuna, y Alcalá la Real, esa sombra imponente sobre el morro, el Castillo de la Mota, y ustedes su gente. Ahora pasaron algunos días y siento nostalgia por lo vivido. Puedo decir que hasta me llegué a sentir como un español, sufrí tanto como Uds. los estúpidos atentados de ETA. Ahora aquí tengo esa botella, que siempre estará al lado mío, de ese alcalaíno que me la dio llena aceite de oliva.

Juan Alberto Galmes
Morón. Provincia de Buenos Aires.
República Argentina

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#14161Fecha: 02-04-2003